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“No hubo manera de convencerle”

Nadie en el club pudo hacer que Guardiola se volviese atrás de su decisión

Andoni Zubizarreta, abraza a Guardiola en presencia de Rosell
Andoni Zubizarreta, abraza a Guardiola en presencia de RosellDavid Ramos (Getty Images)

Marcó Torres para el Chelsea en el Camp Nou, el martes, casi a la medianoche, y el Barça quedó eliminado de la Champions.Pep Guardiola asumió entonces que iba siendo hora de hacer pública su decisión de irse. Así que después de la conferencia de prensa se citó con el presidente, Sandro Rosell, para desayunar en su casa a la mañana siguiente, pronto, muy pronto. A partir de ahí todo se desencadenó rápidamente... en apariencia. Tal vez el guion estaba escrito hacía tiempo en el ordenador de Andoni Zubizarreta, ese director deportivo que Guardiola impuso a Rosell en 2010, ese que ha terminado por buscarle un sustituto.

Zubizarreta siempre fue un portero discreto y eficiente, con fama de atacar el balón por alto y de no parar penaltis. Tan discreto que no da un titular por muchas cosas interesantes que pueda llegar a decir. Fue él quien puso el nombre de Tito Vilanova en la mesa de Guardiola el miércoles por la mañana. No improvisó. Lleva meses dando vueltas al tema.

No es casual, estando Zubizarreta de por medio, que, cuando Rosell anunció el nombre de Vilanova como sustituto de Guardiola, el resto de sus compañeros en el cuerpo técnico y los jugadores del primer equipo celebraran la decisión con sorpresa y alegría, tan descolocados como un parado al que le toca el Gordo de Navidad. Sabían que Pep se iba, pero no quién venía.

“Sabíamos que dirían el sustituto enseguida, pero no tan pronto”, reconoce un jugador

Guardiola dijo en el otoño pasado que se iba y sucedió como en el cuento: lo había dicho tantas veces que no le creyeron. “Otros años también lo decía y, al final, encontraba la motivación suficiente”, explican en su entorno. Pero en Navidad insistió de verdad. No podía más. Lo iba a dejar. Esta vez estaba vacío. Lo había dado todo y ya no encontró fuerzas ni alicientes para seguir al frente. En ese desgaste seguramente influyó tanto la soledad a la que le sometió la enfermedad de Vilanova como la situación de Abidal o la evidencia de que para motivar al equipo, 25 egos tan grandes como los 25 futbolistas de la plantilla, ya no tenía fuerzas.

De nada sirvió que los más íntimos amigos de Pep, incluido el mismísimo Vilanova cuando Zubizarreta ya le había ofrecido el cargo, intentaran hasta la madrugada de ayer viernes que continuara al frente del equipo.

“La noche fue larga, pero no hubo manera de convencerle”, cuentan los que han vivido de cerca lo acontecido en los últimos tres días. El jueves por la noche, Guardiola telefoneó a su padre. Por eso hasta ayer mismo, festividad de la Virgen de Montserrat, Vilanova no dio el sí definitivo a Zubizarreta. La junta directiva aprobó el nombramiento "vía telefónica", ya que algunos de sus miembros se encontraban de viaje.

En la reunión con los jugadores, Rosell avisó de que anunciaría ayer mismo el nombre del sustituto. Vilanova siguió desde el despacho de la ciudad deportiva el adiós de su amigo.

El frenesí del relevo duró tres días, pero el guion estaba escrito mucho antes. Desde que Zubizarreta intuyó que esta vez nadie lograría convencer a Guardiola de que siguiera.

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