Penalizados en las áreas
Ante el Madrid, los azulgrana unieron a la falta de pegada la desactivación de los medios
Al Barcelona, si pudiera, le gustaría jugar hoy contra el Chelsea y no mañana, el mejor modo de combatir la derrota del sábado ante el Madrid. Aun cuando se les supone fatigados física y mentalmente, a los azulgrana les viene bien un partido con la final de la Champions en juego para combatir la tristeza de la Liga. La inmediatez y trascendencia del choque europeo, así como los tres títulos logrados al inicio de la temporada (Supercopas española y europea y Mundial de clubes), pospone cualquier análisis crítico sobre el momento del Barça. Ahora mismo ni siquiera está decidida la continuidad de Pep Guardiola.
Han sido precisamente los cuartos de la Copa de Europa frente al Milan, resueltos en el Camp Nou con dos penaltis, y la ida de las semifinales ante el Chelsea, así como la caída con el Madrid, las que han contrarrestado la excelente trayectoria en la Liga con 11 victorias consecutivas desde la derrota en Pamplona. Justo cuando estaba en disposición de reducir la desventaja con el líder de diez puntos a tan solo uno, semanas después de ir descontándolos, se desvencijó el Barça en un partido, el más decisivo; contra el Madrid en el Camp Nou. Aunque distintos, los últimos encuentros han evidenciado ciertas carencias, sobre todo el del sábado frente al plantel de José Mourinho.
Al Barça le cuesta hacer cosas que antes le salían de forma natural, sobre todo marcar goles. No domina las áreas por su falta de pegada. Lesionado Villa, no tiene delanteros, ni suficiente presencia ofensiva ni tiro desde media distancia para garantizarse un buen caudal de remates y ocasiones. La estabilidad defensiva, por otra parte, ha quedado limitada por la ausencia de laterales y el despliegue a partir de tres centrales. Han cambiado además ciertos hábitos: la salida del balón y, por tanto, la línea de vida del equipo se acorta sin Piqué de la misma manera que mengua la presión de los delanteros sin la menor versión de Pedro y Villa.
El equipo acusa la falta de delanteros y la poca presión y salida del balón
El partido con el Madrid añadió una disfunción insospechada: la línea de medios estuvo tan imprecisa en el pase como a menudo los delanteros en el tiro. Al desencuentro de los volantes con los puntas pudo contribuir el dibujo de Guardiola. Los azulgrana coparon la divisoria con un cuadrado: Thiago y Busquets se desplegaron de forma paralela, como Xavi e Iniesta. Los centrocampistas no pudieron filtrar pases ni masticar la jugada para Messi, goleador casi único, y el juego por fuera fue igualmente escaso por la poca aportación de Alves como extremo y el desacierto de Tello.
Apenas se contaron tres ocasiones, dos generadas por Messi, y tampoco se garantizó el cierre de la portería de Valdés. El equipo extrañó el papel de su líder natural, Xavi, sustituido en los tres últimos partidos, víctima de su lesión en el sóleo. A falta de continuidad por el exceso de fútbol centrifugado, tampoco se advirtieron momentos de arrebato ni picos de juego, algo más normal en el Barça. Todo parece tan redondo y bien planificado que se supone que los goles llegan por método. El sábado, sin embargo, se apreció que al equipo le faltaba chispa y velocidad, un cambio de marcha, nada más pasar la divisoria.
A pesar de que el Barça llevaba la iniciativa, el Madrid siempre tuvo respuestas. Los rivales se han acostumbrado a desactivar a los azulgrana y esperan pacientemente resolver el partido en una jugada de estrategia o una concesión defensiva. El éxito del Barça se basa en la creación y sincronización, propuesta que exige finura. Y los azulgrana son víctimas ahora de la fatiga física y mental generada por una temporada muy exigente. A las lesiones se han sumado las enfermedades de Tito Vilanova y Abidal y, en cierto modo, la incertidumbre sobre la continuidad de Guardiola.
Las decisiones de calado se aguardan a partir del miércoles con el previsible descanso en la Liga. Alcanzar la final de la Champions, después de la de la Copa, es prioritario y el objetivo demanda medidas a corto plazo, como la reflexión y la agitación, más que estructurales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.