La diferencia entre el poste y la red
El Racing tropieza con la madera y el Mallorca acierta con el gol desde el segundo 25
Al medio minuto, el Racing había perdido el partido. Duro castigo. Lo malo de las revoluciones es que se pierdan antes de que empiecen los disparos. Álvaro Cervera había decidido apelar al sentimiento de la cantera, a la intensidad de la juventud, a las emociones más que a las previsiones. Luque, Gullón, Edu Bedia, Arana, Quique Rivero... y en esto que Nsue se cuela entre los defensas, que el portero Sotres sale tarde y desesperado y el Mallorca que se encuentra en el segundo 25 con un gol en el marcador con el que ni soñaba ni calculaba, ni preveía.
La revolución se fue al traste. La había inventado el Racing a la desesperada, jugando con tres centrales, con muchos centrocampistas, pero estaba claro que el asalto no estaba ensayado, que los fusileros no tenían balas y los gastadores no asomaban por encima de los defensas ni los atacantes mallorquinistas.
RACING, 0 MALLORCA, 3
Racing: Sotres; Osmar (Munitis, m. 55), Torrejón, Bernardo, Christian; Arana, Rivero, Gullón (Colsa, m. 46), Edu Bedia (Babacar, m. 65); Luque y Stuani. No utilizados: Mario; Cisma, Kennedy y Javi Martínez.
Mallorca: Aouate; Cendrós, Nunes (Crespí, m. 63), Ramis, Cáceres; Pina (Bigas, m. 72), Tissone (Tejera, m. 67), Castro, Nsue; Alfaro y Víctor. No utilizados: Calatayud; Álvaro, João Víctor y Hemed.
Goles: 0-1. M. 1. Nsue. 0-2. M. 47. Castro. 0-3. M. 53. Alfaro.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Osmar, Gullón, Castro,
Unos 15.000 espectadores en El Sardinero.
El Racing era una guerrilla, con el cierto orden que pone un futbolista como Edu Bedia, poco considerado en el Racing, siempre a rebufo de los ilustres blanquiverdes, pero que cuenta con la sutileza que todo ataque reclama para ser efectivo. Arana es otro de los muchachos a los que nunca se les dejó pasar de cabo cuartelero.
Aún así, el Mallorca gozó de los artilugios de la fortuna, una ruleta que Joaquín Caparrós maneja con una sangre fría impresionante. Marcó el primer gol y se fue al salón de estar, es decir, a su área, a salvar los muebles. A ver como Stuani, con una vaselina preciosa veía cómo el poste le robaba el gol, porque no era el día señalado. Y cómo sí era día de fiesta para el Mallorca, que a vuelta del descanso volvía a golear, con un remate del Chori Castro, mientras el Racing repasaba las instrucciones del vestuario. Ni se enteró de los dos goles. Estaba pensando. Es lo malo de cambiar tanto de entrenador, que mientras los interpretas, te van haciendo goles y más goles. Y en eso estaba cuando Alfaro consiguió el tercero tras otra jugada genial de Nsue, quizás el hombre del parido. El Racing tuvo al poste como enemigo. Tres veces dio con él. Las mismas que el Mallorca dio con la red. Curiosidades del destino.
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