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El Levante lo quiere todo

El equipo granota supera al Atlético por piernas y por corazón

El Levante ya no se conforma con las sobras de la permanencia, sino que quiere el festín de Europa. Se ha mentalizado, ha hecho sus cuentas y se ha dado cuenta de que está preparado. Le sobran corazón, piernas y coraje. Disfruta en el banquillo de Juan Ignacio Martínez (JIM), un técnico que maneja los recursos con sabiduría. Esta vez se trató de salir a toda mecha, cobrar ventaja y gestionarla con su especialidad preferida: defensa y contragolpe. El Atlético se vio superado por la exigencia de la cita. Incapaz de marcar el ritmo y de encontrar los espacios. Sin remate hasta el último tramo, cuando entró Falcao, frenado por las grandes manos de Munúa. Muy cansado el cuadro rojiblanco antes, durante y después del partido.

LEVANTE, 2 - ATLÉTICO, 0

Levante: Munúa; Pedro López, Ballesteros, Cabral, Juanfran; Valdo (El Zhar, m. 89), Iborra (Farinós, m. 66), Xavi Torres, Barkero; Ghezzal (Botelho, m. 57) y Koné. No utilizados: Navas, Navarro, Javi Venta y Rubén.

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Salvio (Falcao, m. 65), Gabi, Mario Suárez (Mérida, m. 69), Arda (Pizzi, m. 78); Diego; y Adrián. No utilizados: Asenjo, Tiago, Domínguez y Perea.

Goles: 1-0. M. 1. Valdo cabecea picado un centro de Barkero. 2-0. M. 9. Koné cabecea un centro de falta de Barkero.

Árbitro: Iglesias Villanueva. Expulsó a Miranda (79) por doble amarilla. Amonestó a Arda, Diego, Ballesteros, Koné, Juanfran, Salvio, Mario Suárez, Mérida.

11.396 espectadores en el Ciutat de València.

Antes de dar los buenos días, el Levante ya le había dado un zarpazo al Atlético. Valdo cabeceó cruzado y picado un centro desde la izquierda de Barkero. El balón besó el poste izquierdo antes de entrar. El cuadro de JIM entró como un tigre recién salido de la jaula, oliendo la sangre de un Atlético sugestionado por las palabras de su entrenador, Diego Simeone, reconociendo el cansancio de su equipo antes del duelo. Ese cansancio, real o sugestionado, se prolongó en unos primeros minutos de apatía rojiblanca, succionados por el hambriento Levante. Barkero, Valdo y Koné, ese triángulo mágico sobre el que el equipo de JIM ha edificado casi todo su ataque, en plena ebullición. El centro de falta de Barkero, a pie cambiado desde el interior derecho, con el efecto hacia adentro, fue peinado por el pelo tintado de blanco del delantero marfileño.

Preso de los nervios, Simenone pisaba con frecuencia fuera del área reservada a los técnicos. Mucho más tranquilo, JIM se acercaba a susurrarle algo al cuarto árbitro. El Atlético tiró de paciencia para masticar cada jugada a la espera de un resquicio en la siempre numerosa y ordenada defensa granota. Sin éxito, sobre todo porque Diego no halló la inspiración ni las líneas de pase. El Levante se benefició del despliegue de Iborra en la recuperación de la pelota. Y de la amenazante salida a la contra de Valdo, Ghezzal y Koné. Los regates del marfileño fueron saludados con olés por la grada granota. Su equipo llegó a sentirse tan a gusto con el cuero que practicó el rondo en el último tramo de la primera parte. Ensuciado ese trecho por manotazos de unos y protestas exageradas de los otros, tratando todos de sacar partido del juego subterráneo.

Salvio despertó al Atlético al comienzo del segundo tiempo. En un zigzagueo dejó en el suelo a tres defensores. Una valiente salida de Munúa a los pies de Arda evitó el tanto atlético. El portero uruguayo empezó a trabajar a destajo y JIM entendió que debía neutralizar la habilidad de Salvio con un hombre de repuesto: Botelho. El lateral Pedro López salvó al corte varias ocasiones visitantes y el Levante recuperó el pulso en el centro del campo. Al Atlético le faltaba gol y Simeone no dio más descanso a Falcao. Tres veces cabeceó el colombiano a gol, las dos primeras fuera y en la tercera chocó contra una parada formidable de Munúa, coreada por el Ciutat de València.

Retirado por lesión Iborra, la primera intervención de Farinós levantó los suspiros de admiración de la grada: el control milimétrico de un balón muy pesado caído del cielo. El ritmo cayó y los cambios ayudaron a enfriar la refriega.

Simeone les pedía a sus jugadores que ensancharan el campo, pero estos se obcecaron por el centro. Al Levante le bastaba un pelotazo largo a Koné para recuperar la posición y el oxígeno. Farinós le dio mucha más calidad al toque granota, propiciando el desgaste rojiblanco detrás de la pelota. La zancada de Botelho desencadenó la falta y la consiguiente expulsión de Miranda, que venía a cerrar la victoria granota. Los cambios de JIM surtieron efecto. Los de Simeone no. El Levante lo quiere todo. También Europa.

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