Epopeya en Constantinopla
El Rivas Ecópolis, con el presupuesto más modesto del torneo, tiene solo seis años de experiencia en la Liga española y dos participaciones en la Euroliga
Celebraron su clasificación para la Final a Ocho de la Euroliga como un hito histórico, pero pronto demostraron que no había ido a Estambul de turismo. Tras derrotar en su grupo al Galatasaray y al Fenerbahçe –los dos anfitriones del torneo- y al Beretta italiano, el Rivas Ecópolis sueña con completar la gesta alzando su primer título europeo y el segundo de su modesto palmarés inaugurado el pasado año con la Copa de la Reina que conquistaron precisamente ante el Ros Casares, su rival de esta noche (19.45, Marca TV). “No me acabo de creer que hayamos podido competir a este nivel ante auténticos gigantes del baloncesto femenino con presupuestos bestiales”, cuenta exultante el presidente del club, José Luís Pérez Cereceda. Su proyecto, que arrancó hace ocho años cuando logró el ascenso del por entonces Rivas Futura a la máxima competición nacional, ha alcanzado de manera insospechada dimensión internacional. Con apenas seis años de experiencia en la Liga española y dos participaciones en la Euroliga, el Rivas busca el más difícil todavía en el meritorio capitulo de su humilde enciclopedia que se escribe estos días en Turquía.
“Hemos construido el proyecto con una buena base, cumpliendo con los compromisos y sin salirnos del presupuesto. Las jugadoras y los agentes nos han ido conociendo poco a poco y cada vez más gente quería venir a jugar con nosotros. Ofrecemos seriedad y estabilidad que en estos tiempos no es poco. No queremos que esto sea una empresa, tenemos un contacto directo con las jugadoras y ellas a su vez con la gente de la cantera. Ese ambiente es el que crea la implicación necesaria para que todo funcione”, explica Cereceda. Con poco más de un millón de euros de presupuesto, su equipo se medirá al Ros Casares, que roza los siete, y tiene una colección de estrellas mundiales fichadas a golpe de talonario en busca, sobre todo, de una Euroliga que el club valenciano persigue con ahínco desde hace un lustro. “El dinero no garantiza el éxito. La clave es la implicación”. Cereceda lo tiene claro. Atrás quedaron otras grandes cuentas como los 17 millones del presupuesto del Ekaterimburgo.
“No me gusta hacer comparaciones, pero si nos lleváramos el título sería como si el Osasuna ganara la Liga”, cuenta el presidente poniendo en valor el meritorio de sus jugadoras y la dimensión de su hazaña. El Rivas, entrenado por Miguel Méndez, ha alcanzado la mezcla perfecta. Dos americanas de buen nivel (Eseence Carson y Asjha Jones), una buena base con parte de las mejores promesas nacionales (como Laura Nicholls, Anna Cruz y Vega Gimeno) y dos clásicas del baloncesto español: Elisa Aguilar y Amaya Valdemoro. “La llegada de Elisa y Amaya en 2010 fue el impulso mediático al trabajo que veníamos realizando más en silencio. Coincidió que las dos querían regresar a Madrid después de recorrer medio mundo y aquí pudimos ofrecerles aquello que querían y la posibilidad de competir en España y en Europa. Son dos grandísimas profesionales que nos han ayudado con su ejemplo a crear equipo, han hecho que se hable de nosotros y nos han dado caché”, relata el presidente, que no sabe si podrá contar con ellas el próximo curso puesto que ya trabaja con la idea de tener que apretarse el cinturón. “Tendremos que recortar un 20 % o un 30% el presupuesto que teníamos este año de 1,2 millones. A ver si la Comunidad de Madrid que apenas nos ha podido ayudar hasta ahora puede echarnos un cable y darnos ese balón de oxigeno. Apostar por las mujeres no es tirar el dinero”, cierra Cereceda.
Mientras todo el club se apunta al carpe diem en Estambul y más que nadie, Amaya Valdemoro. “Hemos dado el pelotazo porque hemos hecho muy bien las cosas. No nos lo imaginábamos pero nos lo hemos ganado”. La mejor jugadora española de la historia tiene clara la clave de este Rivas. “El club cada año da un pasito más. Lo importante es acertar con las americanas que fichas y crear un bloque importante de jugadoras nacionales que estén muy identificadas. La clave es hacer piña para que todo funcione. Es un club con proyección que trabaja y fomenta la cantera como el Barça. Ese trabajo te da identidad se crea un bloque y se consolida un proyecto sin tener que estar cambiando todos los años”, relata Amaya que lidera junto a Elisa Aguilar un bloque con hasta nueve jugadoras españolas frente a las tres con la que cuenta el Ros Casares (Laia Palau, Silvia Domínguez y la nacionalizada Sancho little).
Esta tarde ambos equipos medirán sus fuerzas en Turquía en la primera final de la historia entre equipos españoles (una hazaña solo igualada por los franceses del Valenciennes y el Bourges en 2001). El Rivas llega tan justo de aliento como cargado de ilusión. “A nuestras americanas vamos a tener que llevarlas en carretilla a las pobres. Pero la hazaña ya está conseguida”, cierra Amaya que ha apurado su recuperación de su fractura de las dos muñecas para vivir un fiesta. “Con 35 años y con todo lo que me ha pasado estar en una final es maravilloso”. En la antigua Bizancio, las Cenicientas de Constantinopla buscarán redondear su epopeya para convertirse en las Princesas de Estambul.
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