Pandiani hace justicia ante un gris Betis
Un golazo del uruguayo en el descuento premia (1-1) al valiente Espanyol
Hasta Coutinho, un oasis ante tanto juego plano, pareció aburrirse. Y eso que fue el único futbolista capaz de alterar el guion monocorde de un partido algo insulso, dominado por el Espanyol, que mereció más, incluso el triunfo, pero que se encontró con un zarpazo del Betis, inesperado, que llevó el sello del jugador que decide el destino de los andaluces, Rubén Castro. El cuadro de Mel, inexperto, hecho un flan, cedió el empate en una jugada en el descuento, cuando Pandiani colocó la pelota en la escuadra después de dos errores garrafales de Pozuelo y de Nelson. Fue lo más justo, sin duda, pues el Espanyol fue más equipo y una derrota hubiera sido demasiado castigo a su atrevimiento y buen juego, un sello que le hace mirar a Europa.
BETIS, 1 ESPANYOL, 1
Betis: Fabricio; Nelson, Paulao, Dorado, nacho; Juanma (Jonathan Pereira, m. 56), Iriney, Beñat (Salva Sevilla, m. 73), Jefferson Montero; Rubén Castro y Jorge Molina (Pozuelo, m. 60). No utilizados: Casto; Amaya, Cañas y Santa Cruz.
Espanyol: Casilla; Javi López, Héctor Moreno, Raúl Rodríguez, Didac; Baena, Romaric, Albín (Cristian Gómez, m. 63); Rui Fonte (Pandiani, m. 80), Álvaro (Uche, m. 70) y Coutinho. No utilizados: Edgar; Galán, Forlín y Weiss.
Goles: 1-0. M. 78. Rubén Castro. 1-1. M. 93. Pandiani.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Juanma, Baena y Héctor Moreno.
Unos 35.000 espectadores en el Benito Villamarín.
El Betis, discreto, poco tenso, decidió que la visita del Espanyol no era una ocasión lo suficientemente golosa como para exhibirse. En el desarrollo de la Liga, los de Mel escogen sus apariciones, casi siempre descollantes ante Madrid y Barcelona y mucho menos brillantes frente a equipos como el Espanyol, con la entidad suficiente para plantarse en Sevilla y quitarle el balón a un equipo andaluz que sin él se vulgariza de forma preocupante.
Pochettino, consciente de lo complicado que es competir dos veces por semana para equipos como el suyo, refrescó su once y Mel, mientras, propuso una cosa y le salió otra. El Betis, casi siempre valiente, se metió atrás, y el Espanyol dominó siempre, aunque sin ese pulso necesario para ganar el partido. Se perdió con tanto toque, sin mordiente, mientras el Betis languidecía, sin noticias del fútbol fresco de Beñat o la movilidad de Rubén Castro y Montero. Solo la aparición de Rubén despertó al cuadro andaluz, incapaz de mantener su tesoro. Pandiani se lo arrebató de un plumazo en el descuento.
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