El colista toma Mestalla
El Zaragoza, que acaba con nueve, gana a un Valencia muy desacertado en el remate
El fútbol aguarda una sorpresa en cada esquina. Algunas desagradables incluso para un técnico tan optimista como Emery. El día en que el técnico vasco apostó por un equipo completamente volcado al ataque, empeñado en darle una alegría al cuerpo de Mestalla, vio cómo el Valencia se estrellaba una y otra vez contra un Zaragoza resistente, que jugó con 10 casi todo el encuentro y con nueve en los últimos minutos. Resistió el conjunto de Jiménez, se defendió con el alma y encendió una pequeña vela de esperanza para su continuidad en Primera. El Valencia falló todo tipo de remates, desde todas las zonas del área, en una noche especialmente aciaga en los remates de Aduriz, Jonas y Rami.
VALENCIA, 1 - ZARAGOZA, 2
Valencia: Guaita; Barragán, Rami, Dealbert, Mathieu (Jordi Alba, m. 61); Albelda (Feghouli, m. 70), Parejo; Pablo (Piatti, m. 81), Aduriz, Jonas; y Soldado. No utilizados: Alves, Bruno, Víctor Ruiz.
Zaragoza: Roberto; Pablo Álvarez, Lanzaro, Paredes, Abraham (Luis García, m. 75); Apoño, Dujmovic, Pinter, Juan Carlos (Zuculini, m. 49); Lafita y Aranda (Obradovic, m. 63). No utilizados: Leo Franco, Mateos, Edu Oriol.
Goles: 1-0. M. 8. Pablo. 1-1. M. 30. Apoño, de penalti. 1-2. M. 76. Apoño.
Árbitro: Del Cerro Grande. Expulsó a Pablo Álvarez (m. 20) con roja directa y a Zuculini por doble amarilla (m. 88). Amonestó a Dealbert, Lanzaro, Soldado, Dujmovic, Roberto y Barragán.
Unos 35.000 espectadores en Mestalla.
Aduriz falló tres goles cantados en tres acciones por el extremo derecho de Barragán, un lateral volcado al ataque, decidido a que anotara el delantero vasco. Crecido por la exhibición del domingo pasado en La Catedral, Emery tiró la casa por la ventana en la alineación, con dos delanteros (Aduriz y Soldado), un media punta (Jonas) y un mediocentro para afinar las transiciones (Parejo). A partir de los pases interiores de Parejo y las entradas por las bandas de Barragán y Mathieu, el Valencia jugó a placer la primera media hora, favorecido por el gol de Pablo Hernández y también por la expulsión de Pablo Álvarez (m.20). El Zaragoza era un manojo de nervios y Jiménez lo protestaba todo desde la banda. En ocasiones, con razón. En el gol de Pablo, Aduriz estaba en fuera de juego posicional, tapándole la visión de la pelota en el tiro de Pablo a Roberto, que ni se movió. La placidez no casa con el cuadro de Emery, proclive a complicarse la vida en cuanto puede. Esta vez de la mano de Dealbert, que agarró levísimamente a Aranda mientras este trataba de cabecear un centro desde la izquierda de Juan Carlos. Ante la sorpresa general, el árbitro pitó penalti. Lo resolvió Apoño para el Zaragoza, mucho más convencido ahora de sus posibilidades. Tras la expulsión, Jiménez había recompuesto el equipo retrasando a Pinter al centro de la defensa y abriendo a Lanzaro al lateral derecho.
A favor del conjunto de Jiménez corrían la inestabilidad emocional de Mestalla, tan dada a pasar del cero al infinito. El paseo en barca valencianista de la primera media hora dejó paso a otra cosa, un cuarto final del primer periodo lleno de faltas e imprecisiones. Hubo un codazo de Soldado a Paredes merecedor de más pena que la simple tarjeta amarilla. Eso sí, Barragán siguió llegando hasta la línea de fondo y centrando para que Aduriz volviera a fallar una vez más.
Llena de pañuelos la grada,
Jiménez no parecía confiar en ganar el partido puesto que retiró a Juan Carlos de favor de Zuculini al arrancar la segunda parte. Ante esa supuesta claudicación, el Valencia redobló su ataque, atacando con seis y chocando contra el muro de Jiménez, sustentando especialmente por un Roberto imperial.
Según los cánones ante un rival con 10, el Valencia abrió el campo y percutió también con la incorporación de Jordi Alba en sustitución de Mathieu. Llegado el balón al centro del área, sin embargo, la dilapidaban los rematadores, una y otra vez. Jonas tomó el relevo de Aduriz en el desatino de los disparos a gol. Ramis erró en dos cabezazos a bocajarro. Jiménez dejó solo en punta a Lafita tras sacrificar también a Aranda por otro defensor, Obradovic. A medida que Jiménez echaba su equipo atrás, Emery lo enviaba adelante, lo que acabó convirtiéndose en una trampa para los de Mestalla. Desesperado, Emery retiró a Albelda para que Feghouli también se uniera al abordaje. Sin mediocentro defensivo, todos al ataque. El Zaragoza comenzó a sufrir el desgaste de jugar tanto tiempo con 10, perdiendo a Abraham por lesión.
Pero un error de Dealbert dio un giro inesperado al encuentro. Lafita hizo acopio del balón, esperó la llegada de Apoño y este, con Dealbert reculando, soltó un zurdazo impecable a gol desde la frontal. Dos errores del central valenciano, el primero en ese penalti tan minimalista, y el segundo el mal control que abrió las puertas de cielo para el Zaragoza. Mestalla se llenó de pañuelos mientras los jugadores del Zaragoza lo celebraron como lo que era: una heroicidad.
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