La eterna revancha
Barcelona y Atlético de Madrid se citan de nuevo en una final tras vencer los azulgrana al Valladolid (26-28) y superar los rojiblancos cómodamente al Torrevieja (20-27)
Barcelona y Atlético de Madrid repetirán hoy (16.00, Teledeporte) la final de la Supercopa de España del pasado septiembre, que a su vez reeditaba la última final de la Liga de Campeones, que a su vez... La hegemonía de ambos conjuntos -se llame Atlético de Madrid o Ciudad Real- en el balonmano español y mundial es tal en los últimos años que a nadie le sorprende el devenir de la Copa del Rey.
Un guion que, sin embargo, estuvo a punto de reventar el Valladolid (26-28), quizás el único equipo capaz de poner en entredicho el binomio azulgrana-rojiblanco en una competición corta. Le tiene cogida la medida en la Copa el conjunto de Juan Carlos Pastor al Barcelona, a quien ya apearon en la última edición. Los vallisoletanos lideraron el luminoso durante prácticamente todo el partido, merced a la buena actuación de Joli en el extremo, Sierra bajo palos y Gurbindo en el lateral.
Cuatro Rayas Valladolid, 26 – Barcelona Intersport, 28
Cuatro Rayas Valladolid: Sierra; Víctor Alonso (1), Gurbindo (3), Avila (-), Asier Antonio (-), Krivokapic (4) y Nikcevic (3) -equipo inicial. Lamariano (ps), Eilert (1), Romero (4), Tokic (-), Joli (6, 4p), Cutura (4) y Félix García.
Barcelona Intersport: Sjostrand; Rocas (3), Nagy (3), Raúl Entrerríos (-), Aguirrezabalaga (2), Ugalde (2) y Noddesbo (4) -equipo inicial- Saric (ps), Juanín García (2, 1p), Víctor Tomás (2), Sorhaindo (2), Jermenyr (-), Rutenka (7, 4p) Morros e Igropulo (-)Victor Tomas (2)
Marcador cada cinco minutos: 3-3, 6-4, 8-6, 11-9, 13-10 y 16-13 (Descanso) 18-15, 20-18, 22-19, 23-22, 25-25 y 26-28 (Final)
La robustez del Cuatro Rayas en la primera parte, sólido en defensa y con gran porcentaje de acierto en ataque, frenó a un espeso Barcelona, precipitado en la primera media hora. “¡Calma!”, gritaba desde el banco Xavi Pascual al ver que el equipo no andaba fino en su gran virtud, la defensa. Los 16 goles con los que se fueron al descanso daban buena cuenta de su espesura.
Torrevieja, 20; Atlético, 27
BM Torrevieja: Pejanovic (p), Ortigosa (1), Rochel (1), E. González(8), Chernov (3), Novelle (5), Cuartero, --siete inicial--, Tomás (p), Sánchez, Castro, Vidal (-), Lopez(-), Salinas (1), Rasic (-).
BM Atlético de Madrid: Hombrados (p), Kallman (2), Guardiola (-), Markussen (3), García Parrondo (3), Rodríguez (1), Dinart (-) --siete inicial-- García Díez (p), Fernández (2), Aguinagalde (2), Davis (2), Cañellas (5), Jurkiewicz (-), Lazarov (6).
Parciales cada cinco minutos: 0-1, 2-4, 3-6, 6-8, 8-11, 9-13 -descanso- 11-15, 12-18, 15-19, 17-22, 19-25, 20-27 (final).
Hasta cincuenta minutos le costó a los azulgrana entonarse y ponerse por delante en el marcador. El tiempo que tardó Rutenka en echarse el equipo a las espaldas. La recta final fue un Rutenka contra todos. Un toma y daca en el que el bielorruso volvió a demostrar que, independientemente de su intermitente carácter, es el refugio de una plantilla con un potencial extraordinario. Porque si importante fue el brazo del lateral no lo fueron menos los de Saric. El veterano portero bosnio detuvo un balón de Joli a falta de un minuto, con un jugador menos en las filas del Barcelona, que niveló la balanza hacia el lado azulgrana.
En la segunda semifinal, el Torrevieja fue víctima de la apisonadora rojiblanca (20-27). Intentaron los anfitriones frenar la avalancha atlética, pero fue en vano. Los de Dujshebaev imprimieron un ritmo vertiginoso desde el inicio, que asfixió al conjunto local.
Poco pudo hacer Pejanovic, el hombre de las 30 paradas en los cuartos de final, que vio cómo su portería era perforada por los cañoneros rojiblancos; primero Markussen, desde la atalaya de sus 211 centímetros encadenó una racha de tres tantos, relevo que tomó Kiril Lazarov. El macedonio cuenta con un látigo por brazo, con el que perfora porterías -seis tantos- o asiste a compañeros. Lo mismo le da.
Los rojiblancos se fueron a la ducha con siete goles de diferencia. Pero, sobre todo, con menos cansancio acumulado, después de dos cómodos encuentros, que su rival en la final. Lesionado Arpad Sterbik, Dujshebaev se permitió dar minutos al jovencísimo Antonio Díaz (17 años) y dejar respirar a José Javier Hombrados, el portero y capitán de un equipo que ganó su última Copa en 1987, pero cuyo bloque es el vigente campeón.
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