Apagón en las alturas de Cornellà
El Espanyol, desordenado y destensado, pierde el sitio ante un defensivo Levante
Admirable en la adversidad y en los momentos exigentes, el Espanyol penaliza desde la bonanza, cuando se supone que debe ratificar la jerarquía adquirida en partidos de alto voltaje. Ocurrió contra el Zaragoza y ayer ante el resucitado Levante, al que le alcanzó con un buen ejercicio defensivo para recuperar su puesto en la denominada zona Champions.
Al Espanyol, ciertamente, le está quedando un buen equipo con el paso de los partidos, acostumbrado a improvisar, a corregir sobre la marcha, a optimizar recursos, sostenido por la cantera de Sant Adrià y el plan de Pochettino. Tiene jugadores interesantes. Algunos, prestados, como Coutinho o Weiss; otros, prometedores, y también los hay con espolones, como Uche. Los gestos técnicos de Coutinho son especialmente agradecidos en un grupo tan intenso como el blanquiazul, manejado por la sabiduría y la experiencia de Verdú. Empujan los centrales, aprietan los medios, trabaja Alvarito y, de vez en cuando, el brasileño se marca un sombrero o una croqueta, a gusto con el papel de figura que la hinchada ha otorgado a Coutinho.
Espanyol, 1 - Levante, 2
Espanyol: Casilla; Javi López, Raúl Rodríguez, Héctor Moreno, Dídac; Forlín, Cristian Gómez (Uche, min.54); Weiss, Verdú, Coutinho (Christian Alfonso, min.90) y Álvaro (Rui Fonte, min.70).
Levante: Munúa; Pedro López, Ballesteros, Cabral, Juanfran; Xavi Torres (Farinós, min.77), Iborra; Valdo (Rubén, min.85), Barkero, Ghezzal (Óscar Serrano, min.73) y Koné.
Goles: 0-1, min.24: Valdo; 1-1, min.75: Uche; 1-2, min.89: Rubén Suárez.
Árbitro: Del Cerro Grande (comité madrileño). Amonestó a Juanfran (min.13), Weiss (min.51), Barkero (min.58), Xavi Torres (min.59) y Farinós (min.90).
19.528 espectadores en el estadio de Cornellá-El Prat.
Tiene juego, elabora, combina y se gusta el Espanyol. Incluso se queja cuando el césped no está bien cortado, rápido, como ocurre ahora en Cornellà-El Prat. Ha pasado de sobrevivir para evitar el descenso a columpiarse en los puestos de la Liga de Campeones: ahora dentro, después fuera. Y, desde la abundancia y la alegría, ha perdido perspectiva, tensión competitiva y posicionamiento en el campo. Ayer afrontó el partido como si no pasara nada, uno de tantos de la Liga, y se perdió mucho rato en la cancha, especialmente porque el doble pivote no mezcló bien con los dos futbolistas de la banda, Weiss y Coutinho, muy festivaleros, y la zaga no tuvo nervio. Lo pagó con un gol de Valdo después de una jugada mal contrarrestada por Javi López.
A diferencia del Espanyol, el Levante es un equipo experto, duro en su área, puñetero en la contra, y no hace concesiones. Aunque había descendido en la tabla después de acumular seis derrotas consecutivas, mantiene un tono interesante y no pierde su sentido de la solidaridad. No es un cualquiera, sino que exige mucha atención del rival. Y el Espanyol se desordenó anoche, excesivamente alegre y desenfadado. Los jugadores se confundieron y cada uno aparecía por donde no debía.
Hasta que se encendió Weiss y Pochettino puso en escena a Uche. El partido, apagado hasta el descanso, sin una sola oportunidad, ganó en intensidad, tuvo más ritmo. El eslovaco encaró y desequilibró y, a cambio, los blanquiazules perdieron peso en la medular, circunstancia que habilitó las transiciones del Levante, ayer refrescado, lejos en cualquier caso del conjunto que tanta admiración provocó en la primera vuelta de la Liga
Los muchachos de Martínez, gente de pierna fuerte, se batieron con fiereza, sabedores de que un gol de ventaja en Cornellà tiene su peso porque al Espanyol le cuesta mucho remontar los partidos. Kone se peleaba con los centrales con la misma intimidación que Ballesteros limpiaba el área de Munúa. No encontraba la línea de pase el Espanyol, excesivo en la conducción de la pelota, sin desborde en los flancos. No aparecía Verdú ni tampoco Coutinho. No hacía daño el Espanyol, pasivo en el campo y en la cancha, sorprendentemente medio vacía ante el excitante reto que se presentaba.
Ni siquiera el gol del empate activó al equipo de Pochettino. Uche sacó un palmo a Ballesteros en el salto a la salida de una falta botada por Verdú y, por un instante, pareció que el Espanyol iba a dar la vuelta al marcador. Falsa impresión. La reacción duró muy poco porque el Levante marcó a balón parado, como antes el Espanyol, y rompió su racha negativa. Rubén Suárez sacó un libre directo, la pelota dio en Verdú y sorprendió a Casilla. Una jugada que retrató perfectamente el desacierto del Espanyol, un equipo excesivamente irregular, sin suerte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.