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Emery no quiere ser un buen chico

El técnico enseña los dientes para proyectar más agresividad en el juego del Valencia

Emery, técnico del Valencia.
Emery, técnico del Valencia.LINDSEY PARNABY (EFE)

Acompañado de esa imagen de buen chico desde su llegada a Mestalla, en 2008, siempre respetuoso con los rivales y los árbitros, Unai Emery (Hondarribia, 1971) irrumpió el pasado jueves en el estadio Britannia como un animal enfurecido, enfrentándose al árbitro y al técnico del Stoke, Tony Pulis. Al primero para evitar que Rory Delap secara con una toalla el balón antes de sus larguísimos saques de banda, y al segundo cuando aquél se quejaba de las entradas o los supuestos piscinazos de los valencianistas, como si los suyos fueron unos angelitos. Tras el encuentro, los chicos de Emery salieron en tromba, orgullosos, a defender su partido: “Entramos duros, como ellos; de lo contrario, nos hubieran arrollado”.

Emery ya no está dispuesto a tragárselo todo ni a rehuir las disputas. Es un mensaje proyectado hacia su equipo, a veces demasiado blando, sin el carácter ni la épica para imponerse ante los adversarios más difíciles. Con el tercer puesto en la Liga encaminado, el gran reto del preparador guipuzcoano es franquear esa barrera. Hace un par de semanas, en el Calderón, el Valencia respondió al choque esperado ante el Atlético de Simeone, con 46 faltas entre los dos, 25 de los rojiblancos por 21 de los valencianistas. Ese empate tan áspero le permitió al cuadro de Emery mantener las distancias ante el rival más temido en la lucha por el podio liguero.

Al frente del Valencia, Emery le ha plantado cara al Barça, recibiendo los elogios de su admirado colega Pep Guardiola, pero nunca ha podido vencerle: cuatro empates y cinco derrotas. En las recientes semifinales de la Copa del Rey, el técnico vasco tampoco se mordió la lengua al declarar que al Barça le faltaba grandeza en algunos comportamientos. Guardiola se dio por aludido tras haber criticado el estado seco del césped de Mestalla en el encuentro de ida. Pero tras la vuelta en el Camp Nou, y la clasificación azulgrana para la final, Emery le explicó que se refería a uno de los preparadores físicos azulgrana, muy pesado en las protestas en el partido de ida. El cuerpo técnico valencianista advirtió en esa eliminatoria que el banquillo azulgrana presiona mucho a los árbitros y que el Barça solo riega la parte del campo donde va a atacar su equipo. “¿Por qué es más deportivo regar el campo que no regarlo o solo una parte?”, se preguntan.

A la décima espera Emery que sea la vencida. Para ello, el Valencia deberá mejorar la salida del balón por parte de sus centrales, enredados en su última visita al Camp Nou, sin saber mezclar con tino el juego corto y el largo. El objetivo es buscar la espalda a una zaga más vulnerable que en los últimos años y un entorno más ansioso y desconfiado. Hay dudas sobre la alineación de Emery, empezando por la portería: la exhibición de Guaita en el juego aéreo ante el Stoke compite con el brasileño Diego Alves, un especialista bajo palos que ya le detuvo un penalti a Messi en la ida de Copa en Mestalla. En ese viraje hacia un conjunto más agresivo, el combativo Tino Costa le ha ganado el puesto a Ever Banega como mediocentro de creación. Arriba, Soldado, al igual que Emery, también quiere enseñar el colmillo.

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