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BALONCESTO / COPA DEL REY

Rabaseda dinamita a la revelación

El Barça apabulla al Lucentum y el jugador de La Masia se luce

Robert Álvarez
Xavi Rabaseda controla el balón junto al alero alemán Mario Stojic
Xavi Rabaseda controla el balón junto al alero alemán Mario StojicAndreu Dalmau (EFE)

Rabaseda, criado en La Masia, sí, como Pedro o Bojan, sus compañeros de quinta, pero utilizando distinto balón, se erigió en el bisturí que seccionó la defensa y también la armadura del equipo revelación del baloncesto esta temporada en España. El de Ripoll, a punto de cumplir 23 años, está en pleno examen de selectividad después de su aprendizaje de prestado en el Fuenlabrada. Su temporada no estaba siendo buena. Pero el pasado domingo ya avisó con 14 puntos ante el Joventut. O el Lucentum no se dio por enterado o el Barça hiló de forma tan concienzuda sus ataques que Rabaseda, en posiciones abiertas, francas para el tiro, se encontró de golpe con el inesperado papel de ejecutor.

Acertó Rabaseda y se erigió en la primera lanzadera que puso al Barça en órbita. Con la solidez de sus pívots, varios enteros por encima de los del Lucentum; con la seriedad en su juego de conjunto como rasgo distintivo y casi inalterable, el Barça jugó a placer una vez que abrió la primera brecha de 10 puntos tras los dos primeros obuses de Rabaseda y de 16 con el tercero.

El Lucentum sufrió muchísimo. Su más que justificado entusiasmo de casi neófito, de invitado especial, de equipo revelación, se desvaneció en un santiamén. Ni su figura, el búlgaro Ivanov, ni su otro pívot, el estadounidense Barnes, pudieron con la batería de hombres altos del Barça.

Llompart, el veterano base mallorquín, clave en el insospechado éxito del equipo este año, se quedó demasiado solo en el intento. Desbordó varias veces a los bases azulgrana, pero lo suyo es descifrar las defensas, moverlas a base de penetrar y asistir, más que ejecutar. Una cosa es aportar 10 o 12 puntos y otra muy distinta erigirse en un ejecutor nato, capaz de sumar 25 o 30, que algo así era lo que necesitaba el Lucentum.

El Barça, que ya había dado un ligero tirón cuando Navarro apareció desde el banquillo, todo un lujo, lo que en la NBA, en ese sentido, vendría a ser la mejor versión de Ginóbili. Pura dinamita. Una pesadilla para las defensas rivales. En esas circunstancias, Fran Vázquez también suele encontrarse cómodo y suelto y eso, en el caso del pívot gallego, equivale a mates, tapones, rebotes…, un repertorio contundente, desalentador para cualquier adversario.

Y a todo ese abrumador potencial, como casi siempre esta temporada, deben añadirse los estupendos movimientos de pies y la buena mano de Lorbek, un látigo en las penetraciones, un tirador magnífico desde cerca, desde lejos, tan capaz de aprovechar su fornido físico y la velocidad de sus pies como su puntería para desequilibrar a los oponentes.

En tales condiciones, el Lucentum poco tuvo que hacer más que intentar mantenerse en pie con la mayor dignidad posible. Al Barça, que llegó a dominar por casi 30 puntos en los inicios del tercer cuarto, le sobraron minutos para tener atrapada la semifinal, la que le enfrentará mañana al Caja Laboral en un duelo, a buen seguro, muy diferente.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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