Las heridas de Laia Sanz, el infierno de Fiambalá
La piloto arranca la última jornada en Argentina, dura como pocas, con una mano magullada tras una caída que le dejó ayer sin gasolina
Le gusta dar gas. Aunque ha aprendido a tomárselo con calma. Eso hace que su supervivencia no sea noticia. El año pasado, el de su primera participación en el Dakar, ganó en la categoría de féminas: habilidad, paciencia, pocos errores y mucho talento. No es demasiado diferente este curso, solo que el día de su mejor actuación, en la tercera etapa, en un recorrido "muy trialero", decía ella -once veces ganadora del Mundial de trial-, cometió un error de navegación al igual que una veintena de pilotos más y fue sancionada con 40 minutos. Y ayer, el día después de aquel mazazo, rodó por los suelos y agujereó el depósito de gasolina de su moto. Cayó en el kilómetro 210, de 326 cronometrados, de la especial.
"Me he caído en un sitio muy tonto, pero con la mala suerte de que ha sido en sitio de piedras. La moto ha impactado por la parte del depósito delantero, que se ha roto y he ido perdiendo gasolina. Luego he seguido con los depósitos de atrás, hasta que me he quedado tirada a 30 km del final. He tenido que trasvasar gasolina de la moto de Marc usando el tubo del camelbag y hemos perdido mucho tiempo. Luego nos han empezado a pasar los coches y nos hemos encontrado un panorama complicado con mucho polvo y muy poca visibilidad. Ha sido un día muy malo", explicaba ella a su llegada al campamento, cubierta de polvo y algo desanimada. Además, se hizo daño en la mano izquierda. Antes de salir esta mañana, la piloto se hacía una foto a esa mano hinchada y la colgaba en Twitter.
"Es una lástima porque lo estábamos haciendo muy bien, y en ese momento no íbamos muy rápidos. Mi misión hoy era tratar de contener a Laia para que no corriera mucho porque este Dakar está siendo terriblemente duro y no quería que nos sucediera nada. Laia está demostrando que es una deportista sin igual. No hay mucha gente que pueda superar físicamente la dureza de un Dakar y ella hace que parezca fácil", explicaba su mochilero, Marc Guasch.
La etapa de este jueves se espera dura, muy dura, a pesar de que la organización haya acortado el recorrido tanto de los coches como de las motos hasta en 80 kilómetros por las lluvias caídas los últimos días. "Fiambalá será un infierno total", advirtió el director del Dakar, Etienne Lavingne, antes de dar inicio a la prueba, aún en Mar del Plata. David Castera se reafirma hoy en esta misma idea: "Desde la llegada del Dakar a Sudamérica, Fiambalá se ha convertido en uno de los lugares temidos por los pilotos, y sus dunas blancas forman ya parte de la historia. El lugar se presta sin duda a un buen espectáculo, pues todo corredor quiere asociar su nombre a un lugar mítico, de igual modo que todo ciclista sueña con ganar el Alpe d'Huez o el Mont Ventoux. Me consta que varios pilotos han elegido esta etapa para dar el golpe".
"El Dakar empieza hoy", había señalado antes de salir el catarí Nasser Al-Attiyah, ganador en coches el año pasado, y que no pierde la esperanza de recuperar el tiempo perdido ayer tras caer en un lodazal. El líder provisional del Dakar, Stéphane Peterhansel, ganador de la etapa de ayer, tenía otro punto de vista: "El Dakar empezó hace días, desde el primer día esto ya iba en serio". Esta misma mañana, por otro lado, Orly Terranova anunciaba su abandono porque su copiloto tiene problemas familiares.
En opinión de Casterá, pese a la dureza de las dunas de Fiambalá, no parece que esta vaya a ser una etapa decisiva. Fundamentalmente, explica, porque han concebido el recorrido para que las dificultades jalonen el rally de principio a fin. "En cualquier caso, hará mucho calor y hoy las dunas más difíciles están reservadas para los pilotos de la categoría coches. Confieso que estoy ansioso por saber quién se adjudica la Fiambalá 2012", señalaba en declaraciones cedidas por ASO.
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