Muniain se quita el sombrero
El delantero navarro firma una jugada memorable en un partido sin más historia
Sería por el día que era, fiesta de Santo Tomás, de la gastronomìa agrícola, por la hora (las 10 de la noche), porque llovía, no mucho, porque estos partidos presuntamente tan desiguales tienen dengue, porque el inferior sabe que no tiene nada que perder y eso le hace superior... O sería, simplemente, porque el Oviedo jugó bien, muy bien, muy por encima de la categoría en la que milita (Segunda B). Pero lo cierto es que el partido tenía en ascuas a San Mamés, al Athletic, que solo contaba con un gol en la mochila, es decir la primera frontera con la prórroga en una noche de insurrección de los modestos al poder establecido.
Quizá fue la suma de todo eso lo que le llevó al Athletic a desperdiciar la primera mitad en un futbol vano, de poquita tensión, de mínimas oportunidades y con algunos sustos del Oviedo que se asomaba al área, disparaba con algún peligro y le invitaba al público a agarrarse a la silla para una noche muy larga.
ATHLETIC, 1 - OVIEDO, 0
Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe; Herrera (David López, m. 87), Iturraspe, Iñigo Pérez (San José,. m. 45) ; Susaeta (Ibai Gómez, m. 57), Toquero y Muniain. No utilizados: Raúl y Gabilondo.
Real Oviedo: Dani Barrio; Juanpa, Owona,, Juanma (Negredo, m. 76), Álvaro; Jandrín, Pelayo (Busto, m. 78), Sanz, Nano; Rubiato y Martins (Falcón, m. 72). No utilizados: Lledó y Pascual.
Goles: Contragolpe de Muniain que se libra de cuatro defensas y el centro de Iraola lo remata Ander Herrera
Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes. Amonestó a Amorebieta, Juanma y San José,
Unos 30.000 espectadores en San Mamés.
No dio síntoma el Athletic ni de controlar el juego ni de tener miedo. Ea San Mamés como una sala de estar de personas educadas, sin grandes discuisones ni debates profundos. El Athletic esperaba que al Oviedo se le acabara la gasolina. Y el depósito se vació en los cinco primeros minutos de la reanudación cuando largó un disparo que asustó a Iraizoz. Hasta ahí llegó el asunto.
Entonces, el Athletic impuso la punta física que distancia a un equipo de Primera División de otro de Segunda B. Y en eso estaban cuando Muniain se quitó el sombrero. Necesitaba el Athletic algo más que la disposición absoluta de Toquero, apareciendo por todos los lados, cabeceando al larguero, centrando desde la izquierda, ofreciéndose por el centro. Necesitaba un arte de magia y para eso está Muniain que agarró un saque urgente de Iraizoz, en su campo, caracoleó, quebró con la cintura a uno, con el pie a otro, engañó al tercero, se vió solo y habilitó a Iraola que venía por la derecha y que centró hacia atrás para que Herrera metiera el interior de la bota para cambiar la dirección del balón y enviarlo a la red.
Fue un gol magnífico, un contragolpe de los de antes, de los que el Athletic llevaba años sin practicar, de los que se basan en la calidad individual y en la actitud colectiva. Un gol de esos que hacen feliz al portero porque en realidad fue él quien inició la batalla con un saque inteligente. Y ahí acabó el partido y comenzó el festival de Muniain con el balón cosido a la botra, con el rival agotado y con la eliminatoria ganada. Ya era otro partido. El suyo, el que le gusta.
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