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Sin Ibaka ni Rudy, el Madrid pierde

El Estudiantes somete al equipo blanco (90-85) gracias a un espléndido Granger

La clasificación y las sensaciones de ambos conjuntos hacían esperar un derbi plácido para el Real Madrid. Los blancos llegaban con una racha de ocho victorias seguidas y los colegiales encadenaban cuatro derrotas. Incluso el inicio del partido pareció seguir el guión, con el Madrid despegado en el marcador. Pero, al final, las predicciones saltaron por los aires. A medida que el Estudiantes sintió que podía tener voz y voto en el encuentro, el Madrid fue disolviéndose en defensa y en ataque, huérfanos de Ibaka en un lado de la cancha y de Rudy en el otro. Ausencia que aprovechó un espléndido Jayson Granger (21 puntos, seis rebotes y seis asistencias para un 31 de valoración), que manejó el encuentro hasta el triunfo final del Estudiantes (90-85).

ESTUDIANTES, 90 - MADRID, 85

Estudiantes: Granger (21), Carlos Jiménez (4), Wright (8), Gabriel (15) y Simmons (9) -quinteto inicial- Driesen (11), Flores (11), Jaime Fernández (2), Rodrigo de la Fuente (9)

Real Madrid: Llull (18), Suárez (0), Carroll (16), Mirotic (11) y Tomic (18) -quinteto inicial- Begic (6), Reyes (4), Sergio Rodríguez (7) y Singler (5).

Árbitros: Pérez Pizarro, Guirao y Castillo. Eliminado: Wright, min.38.

Unos 12.500 espectadores en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.

El Madrid salió desbocado en el mejor de los sentidos. Desatada su ofensiva, el Estudiantes no veía la manera de tapar todas las vías de agua que se le abrían. Tomic cortaba y recibía en la zona con facilidad, Carroll corría incansable pasando bloqueos para sacar el fusil desde el perímetro y, en medio del torbellino, Mirotic encontraba su espacio para sumarse al festín. Además, el Estudiantes, que también pretendía correr aunque con menos fortuna, apenas encontraba auxilio en un par de triples de Germán Gabriel, mientras Wright se empeñaba sin fortuna en buscarle las cosquillas en defensa a Carroll.

El torbellino llegó a poner a los blancos 17 puntos arriba, aún en el primer cuarto (12-29), y la tensión competitiva del derbi amenazaba con desaparecer. Pero entonces el Madrid entró en uno de sus baches ofensivos y un parcial de 11-0 volvió a meter en el encuentro a los colegiales. Los blancos desperdiciaban ataques, gastando segundos de posesión sin fruto alguno, con sus bases botando el balón casi a media cancha. Pero el insultante dominio del rebote (28 a 11 al descanso, 18 a ocho en los defensivos) facilitaba las carreras de Llull, que mantenían por delante al equipo. El base, aliviaba sí un parón de los blancos en el que no fue solución la presencia del debutante Singler que, con apenas un par de entrenamientos con sus compañeros, chirrió en su nuevo engranaje.

La defensa del perímetro blanco sufría para evitar las internadas de Granger y Flores, que se plantaban en la zona rival casi a voluntad, desde donde encontraron una y otra vez unas manos amigas y donde ya no estaba la intimidante figura de Ibaka. Poco importó que sus compañeros estuvieran erráticos a la hora de concluir, porque el Estudiantes, brioso, dispuso continuamente de una segunda oportunidad, tras dar la vuelta a la desventaja bajo los aros (22-14 a su favor en la segunda mitad), llevando el choque a lo emocional y encendiendo al público, con el encuentro igualado al inicio del último parcial.

Como si el griterío embotara sus decisiones, el ataque blanco se enfangó más y más, mientras Granger seguía teniendo visado en la pintura blanca, que reincidía en sus problemas defensivos. Con Rudy Fernández ya en el otro lado del charco, Laso no encontró al hombre al que encomendarse. Tomic, inspirado en el lanzamiento, pareció serlo al principio, pero las dificultades para hacerle llegar el balón hicieron que pronto abandonaran esa vía. En el desconcierto, Sergio Rodríguez y Llull asumieron responsabilidades, en jugadas que parecían más fruto de la desesperación que de la pizarra. El Madrid logró ponerse a uno y recuperar el balón, con 40 segundos por jugar, pero regalaron el balón a Granger, con el camino libre hacia la canasta. Era el turno de los últimos cartuchos blancos. Llull insistió en sus aventuras casi imposibles, Suárez pifió un triple librado que no tocó ni el aro y, ya a la desesperada, Singler confirmó la campanada estudiantil. Fue el día de Granger, que le costó el coliderato al Madrid.

Granger defiende a Sergio Rodríguez durante el encuentro.
Granger defiende a Sergio Rodríguez durante el encuentro.CHEMA MOYA (EFE)
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