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A Federer le vale una versión menor

El suizo, inestable, debuta con victoria ante Tsonga y logra su 13º triunfo seguido

En la victoria (6-2, 2-6 y 6-4), el mejor resumen del Roger Federer versión 2011: tras un inicio espléndido, que le dio el primer set en 21 minutos, un suspiro, el suizo se desentendió del encuentro que le medía al francés Jo-Wilfried Tsonga. Incapaz de mantener su más alto nivel de una forma constante, el ex número uno mundial, caído ahora al número cuatro y candidato siempre a todo, dejó de nuevo una ristra de preocupantes lagunas mentales que a punto estuvieron de costarle el duelo. El contraste con los brillos de su inicio fue doloroso. Solo la inocencia de Tsonga, un tenista que mata y muere en la irreflexión de sus tremendos golpes, le permitió apuntarse la victoria en el primer partido de la Copa de Maestros y del Grupo B, que ahora (21.00, Canal+/Tdp) vivirá el Rafael Nadal-Mardy Fish. El suizo, campeón de Basilea y París en las últimas semanas, lleva 13 triunfos consecutivos.

A la más pequeña señal de vida por parte de Tsonga, Federer, con nariz roja de acatarrado, sufrió un ataque de nervios. La precisión de cirujano con la que había competido la primera manga desapareció en cuanto se enfrentó a la primera bola de break, a los 29 minutos y con 1-1. Su desánimo coincidió con la efervescencia del francés. El tenis es un juego de vasos comunicantes. En cuanto Tsonga convirtió esa pelota de rotura (2-1 y saque en la segunda manga), asumió el mando. El ex número uno mundial hizo entonces del error su destino. Enfrente estaba Tsonga, que evitó su privilegiada lectura táctica con golpes nacidos de las entrañas, tiros originados en el instinto, salvajes, brutales, huérfanos de patrón o guión que anunciaran por dónde llegaría el próximo. Desde entonces, Federer no supo nunca por dónde le atacaban. Solo su hiperdesarrollada capacidad para identificar las pelotas importantes le permitió sobrevivir.

Durante toda la primera manga, el ex número uno había sabido qué hacer: negarle el centro de la pista al francés, para así prohibirle abrir ángulos con la derecha. Desplazarle a la esquina que defiende con ese golpe, desde donde es menos peligroso, para luego abrirle sobre el revés, que es su golpe menos fiable. De eso nació su primer set, una delicia. De que Tsonga le negara con estacazos salvajes el tiempo para montar la jugada llegó el resto del partido y su victoria en el segundo parcial. Una vez en la manga decisiva, el francés jugó con la tranquilidad del que se siente predestinado al triunfo: en las tres ocasiones que había estirado hasta ese punto un encuentro contra Federer, había ganado. No en Londres. No cometiendo una doble falta en el juego que le debía mantener vivo en el partido. No ante un Federer menor, capaz de aciertos maravillosos y errores inexplicables.

Federer conecta un revés en el partido ante Tsonga.
Federer conecta un revés en el partido ante Tsonga.ROGER PARKER (EFE)

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