Adrián hace bueno al Atlético
El extremo, con dos goles y una asistencia, resquebraja a un Udinese de pega (4-0)
Noche de algarabía en el Calderón, que frente a un Udinese de lo más ramplón recobró el toque, el gol y la firme esperanza de ser un equipo sublime, capaz de descascarillar al más pintado. Con el tino de Adrián, que ha pasado de complemento a pieza capital, todo es posible. Ya es el líder del grupo igualado con el conjunto italiano. Solo un desaguisado mayúsculo le privaría de Europa.
La acidez producida por Reyes y su desplante, por una fiebre tan inoportuna como sospechosa, se olvidó de cuajo ante el Udinese. Respondió Manzano con el manual del técnico convencional, ese que apuesta por los mejores y cada uno en su sitio, ese que no entiende de rotaciones, quizá el peor de los males desde que cogiera el equipo, más que nada porque experimentó sin tener un once fermentado. La fórmula dio resultado porque la línea de tres cuartos, la que decide los encuentros, ha recobrado el color, con Arda Turan como trampolín; con Diego como desatascador con el pase imposible en la bota; y con Adrián como lazo al juego colectivo.
ATLÉTICO, 4 - UDINESE, 0
Atlético: Courtois; Perea, Godín, Domínguez, Antonio López; Gabi, Mario, Diego (Koke, m. 70), Arda Turan; Adrián (Salvio, m. 77) y Falcao (Pizzi, m. 82).
Udinese: Handanovic; Ekstrand, Danilo, Domizzi (Basta, m. 71); Pereyra, Badu, Doubai, Battochio, Neuton; Fabbrini (Abdi, m. 23); y Floro Flores (Isla, m. 86).
Goles: 1-0, m. 7: Adrián deja atrás a dos rivales y bate por raso a Handanovic. 2-0, m. 12: Adrián, de cabeza tras un centro medido de Antonio López. 3-0, m. 37: Diego culmina una jugada maravillosa. 4-0, m. 67: Falcao, de jugada individual.
Árbitro: Istvan Vad (Hungría). Amonestó al local Mario (m. 52).
15.000 espectadores en el Vicente Calderón.
La ingenua propuesta del Udinese fue, en cualquier caso, toda una ayuda. Expresó Guidolín desde la convocatoria -no incluyó a Toto Di Natale, el pichichi de la Serie A-, y la alineación -solo Handanovic, Danilo, Badu y Doubai son titulares- un desinterés que contagió al grupo, una debilidad que se plasmó sobre el tapete. Lejos de esa versión táctica y abrigada que mostró en Friuli, el Udinese fue un guirigay, un equipo de pega que no dio la talla ni supuso un contratiempo para el Atlético. Adrián lo aclaró.
El delantero \[extremo porque Manzano entiende que Falcao es la única arista que sobresale en el balcón del área\] está de dulce, incombustible porque no hay pelota que desprecie, presión que desatienda, pase que se le escape, ni remate que no atine. Está en todas partes y hace bueno al Atlético. Su movilidad es un bien preciado para Diego y Arda, que le surten de pases; y su culebreo es un tesoro para el ataque, porque aprovecha como nadie los arrastres de Falcao, ahora que pretende demostrar a cada duelo que su fútbol no solo vive del remate de cabeza. Así, Adrián marcó dos goles -completó un contragolpe lanzado por Arda Turan y cabeceó un centro de Antonio López desde el borde del área chica- y regaló otro en lo que fue una jugada de aúpa, de las que enrojecen las manos por los aplausos. Adrián, desde el costado, se la dio a Diego, en el centro. Pase interior a Falcao, que la tocó de primeras y de tacón a la llegada de Adrián, que indicó con la cintura una cosa y ejecutó con el pie lo contrario, para ceder el cuero a Diego, a gol.
Un Atlético mayúsculo ante un rival menor, que entendió el fútbol como un ejercicio de sacrificio más que de diversión, que se descompuso a la que el guion le exigió adelantar la presión. Solo Godín, con dos errores tremendos, puso en jaque al equipo, mal resueltos por Fabrini y Abdi. Sobresaltos sin trascendencia que no inquietaron al Calderón, brillante porque Falcao recuperó el gol a última hora, porque con Adrián el Atlético lleva esmoquin
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