Silva baila al Villarreal
El jugador canario lidera una cómoda victoria del City (0-3) y el equipo amarillo queda eliminado
El Manchester City bailó en El Madrigal al son de Silva, despedido con honores en el segundo periodo, cuanto todo estaba ya listo para el conjunto inglés. Silva y Yaya Touré dejaron en nada a un Villarreal menor, con demasiadas ausencias, con escaso potencial y sin ánimo para presentar batalla ante un rival superior de principio a fin. El certificado de defunción del conjunto castellonense se comenzó a redactar tras el sorteo de la Liga de Campeones. Nadie esperaba, en cambio, que la realidad final fuese más dura que la apariencia para un equipo lejos de ser el que fue y que está fuera de la Champions y, seguramente de Europa, con cero puntos a falta de dos jornadas.
Para colmo de las desgracias, Bruno cayó de la lista a última hora, aquejado de una gastroenteritis. Con ocho ausencias, Garrido dispuso de lo que pudo para intentar detener la máquina del City. Pero solo pudo contenerla media hora. Sin ningún tipo de lírica, al Villarreal le quedaba la épica. Y esta no le dio ni para causar escozor a un conjunto completísimo, poderoso en todas sus líneas y que posee un duende de carne y hueso de nombre David Silva, que jugó lo que quiso e hizo jugar a todos sus compañeros.
VILLARREAL, 0; MANCHESTER CITY, 3
Villarreal: Diego López, Mario, Gonzalo, Musacchio, Catalá, Marchena, Wakaso (Bordás, m.76) Mubarak, Borja Valero, De Guzmán (Angel, m.76), Hernán Pérez (Joan Oriol, m.84) y Joselu.
Manchester City: Hart, Kompany, Zabaleta, Savic, Clichy, Milner,
Nasri, De Jong, Yayá Touré (Agüero, m.74), Silva (Johnson, m.65) y Balotelli
(Kolarov, m.81).
Goles: 0-1, m.30: Touré Yayá. 0-2, m.48: Balotelli, de penalti. 0-3, m.71: Touré Yayá.
Árbitro: Pedro Proença (POR). Amonestó a Wakaso, Musacchio, Marchena, Hernán Pérez y Catalá por el Villarreal y a Balotelli por el Manchester City
Incidencias: partido disputado en el campo e El Madrigal ante 20.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. EFE
Tal rebaja en la alineación del Villarreal propició, como estaba escrito, que la iniciativa la tomase el City, retocado en el once por Mancini, que tenía a todo el mundo disponible, incluido Balotelli, vencida ya la sanción de la UEFA que arrastraba desde el curso pasado. El ariete se situó como única referencia en el ataque inglés, y dejó de inicio en la suplencia a Dzeko y Agüero, que apareció en el segundo periodo y al que la grada recriminó la supuesta desconsideración que tuvo con los jugadores castellonenses en el encuentro disputado en Manchester dos semanas atrás.
Fuerte en defensa y en el eje del centro del campo con De Jong y Yaya Touré, la segunda línea de ataque del City, formada con tres mediapuntas de gran movilidad como son Milner, Nasri y el omnipresente Silva, suponía el gran quebradero de cabeza del Villarreal, inferior en lo físico y en lo técnico. Concentración en defensa, voluntad máxima e ilusión era todo lo que podía ofrecer el conjunto castellonense, con demasiados jugadores en el terreno de juego con escaso vuelo en la élite, mucho menos en la Liga de Campeones y con tal hueso delante. Para ejemplo Joselu, un chaval de 20 años que sin debutar en la Liga hacía su bautismo en Europa. De Segunda, de la que es momentáneamente máximo goleador con ocho tantos, a la Champions y ante el Manchester City. Demasiado salto.
Joselu pudo tener un estreno dorado. Los primeros minutos del City fueron de tanteo, mientras el Villarreal esperaba. Un robo de balón del equipo amarillo cayó a los pies de De Guzmán, que envió en largo por detrás de los centrales celestes. Les ganó la espalda el joven delantero de Cartaya. Pero a Joselu, que se mueve con criterio al límite del fuera de juego, se le fue unos metros el control del esférico al intentar amortiguarlo.
Y con la acción de Joselu se acabó el repertorio de ataque del Villarreal, que resistió lo que pudo, es decir, media hora. El periodo que tardó el City en engrasarse, el momento en que Silva se dijo que ya estaba bien de cháchara y de contemplaciones. El jugador canario comenzó a mover el esférico y sus compañeros bailaron alrededor de él. Silva hizo la pausa y Yaya Touré se adentró en el área y esperó el pase del exvalencianista. Al costamarfileño no le quedó otra que batir a Diego López de disparo duro y cruzado. Para entonces el Villarreal ya andaba desquiciado con el colegiado, que mantuvo a Mario en la banda varios minutos sin que le permitiese entrar en el terreno de juego, y entendía que era condescendiente con el City y demasiado meticuloso con los amarillos.
En el fondo todo era impotencia. Sin llevar un ritmo frenético, sin alcanzar un fútbol preciosista, los citizens tenían sometidos a un Villarreal, en un duelo que no era tal, como si de un partido de juveniles contra cadetes se tratase. E infantil resultó Musacchio, que zancadilleó a Balotelli cuando se adentraba por una esquina del área tras realizar un caño a Gonzalo. El árbitro portugués vio lo que pocos apreciaron. El mismo Balotelli marcó el penalti, con gran tranquilidad y sutileza. Luego abrió los brazos desafiando a la fría afición del Madrigal. Fue el punto y final para el Villarreal, demasiado triste y deprimido, incapaz ante el mazo inglés y la varita mágica de Silva.
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