Lorenzo: "El Mundial está acabado"

Con esa gorra estilo rapero, un pañuelo al cuello para resguardarse del frío, y el sosiego de saber que no se le puede exigir mucho más este curso, a la derecha de Casey Stoner aguardaba Jorge Lorenzo, un campeón del mundo a punto de ceder la corona al rival. El mallorquín, a diferencia del australiano, nunca ha ganado en este circuito, que dice adorar por su peculiaridad, por el fabuloso y casi salvaje entorno y la rapidez de sus curvas. Él, que es el único capaz de aguarle la fiesta al de Honda -Stoner necesita sumar diez puntos más que este para ganar el título este fin de semana-, ya solo aspira a ganar alguna carrera: "Me preguntáis por el campeonato, pero el Mundial, en teoría, está acabado. En realidad solo pienso carrera a carrera, tengo muy pocas posibilidades de título, aunque esto es un deporte y puede pasar de todo", dice, tranquilo, consciente desde hace mucho de que solo le cabe esperar un milagro que, al parecer, no se producirá.

Su constancia, su consistencia, su cabezonería y un golpe de suerte (cuando Stoner fue arrastrado por Rossi en Jerez) han ido dándole esperanzas y dilatado un momento que ya se acerca. Si bien, sufrió desde el inicio del curso con una moto que no estaba a la altura de la Honda, algo evidente cuando ambas se medían en una recta larga, como en Portugal o Aragón, o en circuitos, como el de Motegi, de grandes frenadas e importantes aceleraciones. Las mejoras soñadas, además, no han llegado. Lorenzo exigía más a su fábrica ya a finales del curso pasado, cuando se sabía futuro campeón al tiempo que era consciente de la evolución de la Honda de su compatriota Dani Pedrosa. Estaba a punto de ganar el Mundial y no hacía más que lamentarse de la escasa potencia del motor de su Yamaha. "La fábrica tendrá que trabajar duro este invierno", repetía.

Y aunque, obviamente, lo hizo, no ha sido suficiente para alcanzar a una renovada RC212V, más estable, porque rápida ya era. Es más, tras reclamar una y otra vez un motor con más potencia y mejor tracción para perfeccionar las aceleraciones a bajas revoluciones, Lorenzo se ha encontrado con que la última versión del motor de su M1 es peor que la que ya tenía. Al comprobar la telemetría, la línea de velocidad del motor nuevo va por debajo de la del viejo -el que usaban desde el inicio del campeonato-, explican en su entorno. Además, lo es en todos los puntos, tanto a la salida de las curvas, como al final de la recta, donde además, tampoco va en ascenso, lo que significa que ni ha mejorado la aceleración, ni la potencia, ni la velocidad punta.

"Es el mayor problema que tenemos en este momento; pierde mucho en las rectas. Me preocupa, pero no bajaré los brazos, mi intención es no bajarme del podio", asume el piloto. De los seis motores que pueden usarse por curso, Lorenzo dispone de dos, en su versión más nueva, frescos para acabar el campeonato, pero más lentos; más uno, de los "viejos", como él los llama, con capacidad para aguantar apenas un centenar de kilómetros más -una carrera-, que se guarda para la prueba en el circuito de Sepang, donde correrá la semana próxima, y donde le esperan dos rectas de casi un kilómetro de largo.