Tras tantas nubes, un poco de sol
Después de las supensiones por lluvia del miércoles, Nadal consigue remontar ante Muller y llegar a cuartos
Para llegar a cuartos de final, Rafael Nadal gasta tres días, 2h 8m y unos cuantos gritos: derriba 7-6, 6-1 y 6-2 al luxemburgués Muller, remontando el 0-3 con el que dejó la pista el miércoles por la lluvia, y se cita con Andy Roddick, vencedor ante David Ferrer de un partido que simboliza como nada el caos en el que se encuentra sumido el Abierto de Estados Unidos. El español y el estadounidense debieron abandonar con 2-4 la pista en la que jugaban porque una burbuja provocada por el agua había abombado la superficie. "¡Estoy harto!", se quejó Roddick, mientras les trasladaban hasta la pista 13, donde acabaron el duelo (6-3, 6-4, 3-6 y 6-3). Mientras, el local Isner venció al francés Simon (7-6, 3-6, 7-6 y 7-6) y el británico Andy Murray, por su parte, despidió por la vía rápida (6-2, 6-3 y 6-3) al estadounidense Donald Young.
"Ayer fue un día duro para todos, jugadores, aficionados y organización. Creo que en el torneo se equivocaron, pero todo el mundo se puede equivocar", valoró el mallorquín. "Es fantástico ver a tanta gente aquí tras eso. Estoy muy feliz. He jugado bien contra un oponente que no es fácil, agresivo".
Nadal, de nuevo cariacontecido ("¡Va, Rafael, positivo!" le gritaban desde su banquillo), midió lo que separa a la hierba del cemento desmantelando el servicio de Muller con sus restos bloqueados. Hace unos meses, en Wimbledon, el español sufrió sobremanera con el saque de zurdo del luxemburgués. Hoy, en Nueva York, dominó desde el resto. Muller empezó a ver fantasmas según se abrían las puertas de los palcos VIP durante el juego, lanzándole sus reflejos mientras ejecutaba sus saques (5-5 en la primera manga). Luego, compitió horriblemente el desempate, porque cuando cargó contra la red lo hizo sobre la derecha de su rival, que es su mejor golpe. Y, finalmente, acabó devorado por las prisas del campeón, que remontó el break inicial cedido en el tercer parcial y se marchó a toda mecha al vestuario.
El mallorquín necesitaba un desenlace por la vía rápida. Si quiere defender su título y marcharse de Nueva York coronado deberá jugar cuatro partidos en otros tantos días. Eso es una tarea hercúlea. Una misión a su altura.
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