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El regate como medio de vida

El delantero chileno Alexis Sánchez llega al Barcelona desde el Udinese a cambio de 26 millones más 11,5 variables

Regateando a la vida, Alexis Sánchez (Tocopilla, Chile; 1988) escapó de la miseria y bajó del norte a la capital. Y así ha llegado al Barça, club en el que jugará los próximos cinco años, y que ha pagado por él al Udinese 26 millones de euros fijos, más 11,5 por variables. Pero, por el camino, el delantero chileno perdió un regate y se hizo grande. Lo suyo costó. Que le pregunten al Cholo Simeone, el entrenador que le recibió en River. Se pasó muchas tardes tratando de convencerle de que necesitaba perder el exceso de individualismo y su desorden táctico. Pero el Niño Maravilla no es fácil de convencer. En el Monumental se recuerda el día que el Cholo le ordenó que se fijara en punta y explotara los espacios que dejaba San Lorenzo a su espalda. El chileno hizo todo lo contrario, se acercó a Ortega para jugarla, y puso a la grada en pie con mil regates. Y también encendió al Cholo, el entrenador, que lo hubiera descuartizado. Le pasó lo mismo antes en el Colo-Colo, con Borghi, y después, al llegar a Udine. Y, por supuesto, con Bielsa, con el que se discutía a voces no pocas veces durante los primeros entrenamientos del Loco con Chile.

"Soy encarador por naturaleza. Y aprendí a jugar descalzo. Por eso corro así, a saltos. Me acostumbré a ir esquivando piedras del piso", se disculpó entonces. No miente. De origen humilde, a los 11 años su padre se fue de casa y Martina, su madre, trabajó de sol a sol para sacar adelante a Alexis y sus hermanos, Marjorie, Humberto y Tamara. Por su talento para escabullirse de los aguerridos defensores que le buscaban los tobillos su nombre empezó a sonar en Sudamérica. A los 16 años ya era famoso en Chile. Al tiempo que los regates le abrían camino en el fútbol, le generaron algún problema con los jugadores veteranos de su equipo. "Regateaba a todos, ellos se enojaban y no me dejaban jugar", contó. En aquella época ya le llamaban Dilla. "Mis amigos decían que me parecía a una ardilla, por cómo corría y porque andaba arriba de los árboles bajando los balones que se nos colgaban". En 2006, cuando Udinese pagó poco más de dos millones de euros y lo cedió al Colo-Colo coincidió con Borghi, actualmente seleccionador chileno, que lo rebautizó: El perro nuevo le llamó porque "al llegar a los entrenamientos buscaba la pelota y empezaba a correr sin parar".

Imagen de Nike en Sudamérica, Alexis es un tipo de pocas palabras, que apenas sí ha hablado un par de frases después de alguno de los partidos de Chile en la Copa América. No ha explicado, pues, que en 2007 viajó a Barcelona para solucionar una rotura de los ligamentos del tobillo en el quirófano de Ramon Cugat, que pasó 10 días en la capital catalana y que se prometió que regresaría para quedarse. "Quiero estar con el mejor jugador del mundo y jugar en el Barça o en el Madrid", reconoció en una de sus primeras (y pocas) entrevistas. Lo ha conseguido: jugará con Messi. "Es un grandísimo futbolista, le conozco hace años. Es un fichaje muy bueno para nosotros, nos va a dar mucho", ha dicho el argentino.

Es momento de seguir creciendo. "Alexis deberá especificar, más aún, el sentido de la profundidad y la máxima anchura. Garantizará una defensa rival separada, posibilidad de intervención interna de medios y del delantero centro, penetraciones progresivas, conservación del balón y continuidad en la posesión, desbordes o movimientos para asistir", escribió el argentino Matias Manna en Paradigma Guardiola. Por lo menos llega con una lección aprendida. No son necesarios 1.000 regates por jugada. Al Niño Maravilla le basta con 999.

Alexis Sánchez, con Chile en la Copa América.
Alexis Sánchez, con Chile en la Copa América.PAOLO AGUILAR (EFE)

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