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Touré evapora el sueño del Manchester United

El medio impulsa al Manchester City a la final de la FA Cup e imposibilita el posible triplete del eterno rival

Una argucia táctica de Mancini, que adelantó las líneas cuando menos se lo esperaba el rival, resolvió el derbi a favor del Manchester City, que alcanza la final de la FA Cup -se medirá al vencedor del duelo entre el Bolton y el Stoke- y se mide a su historia, seca desde 1976, cuando venció la Carling Cup. El gol de Touré, tan inteligente en la lectura del juego como potente en la definición, bien valió la lucha por el laurel y, de paso, la negación al posible triplete del Manchester United, en semifinales europeas y en lo alto de la tabla de la Premier.

Condicionado por la sanción de Rooney, lenguaraz y maleducado ante la cámara tras endosarle un hat-trick al West Ham, y por la lesión a última hora de Giggs, Sir Alex Ferguson recobró su conservadurismo para medirse con el eterno rival. Una medida que le pasó factura y que, sobre todo, no supo corregir a tiempo. Puso Fergie un único delantero para la ocasión (Berbatov), aunque apostó por la profundidad en las bandas, con las carreras de Valencia por el flanco derecho y los eslálones de Nani por el ala izquierda. Pero sus centros se diluyeron en el aire, en el imán que tienen Lescott y Company por cabezas. Poca chicha para descolocar al Manchester City, excelente en el ejercicio defensivo e inspirado en la única licencia que se tomó en el ataque.

MANCHESTER CITY 1 MANCHESTER UNITED 0

Manchester City: Hart; Zabaleta, Kompany, Lescott, Kolarov; De Jong, Barry; Johnson (Wright-Phillips, m. 79), Touré, Silva (Vieira, m. 87); y Balotelli. No utilizados: Taylor, Boyata, Milner, Jo y Dzeko.

Manchester United: Van der Sar; O'Shea (Fabio, m. 84), Ferdinand, Vidic, Evra; Carrick, Scholes; Valencia (Chicharito, m. 65), Park, Nani; y Berbatov (Anderson, m. 74). No utilizados: Kuszczak, Owen, Smalling y Gibson.

Goles: 1-0. M. 51. Touré resuelve dentro del área.

Árbitro: Chris Foy. Mostró la cartulina amarilla a Zabaleta, De Jong, Kompany. Roja directa a Scholes (m. 72).

Wembley. Unos 90.000 espectadores.

Mancini entiende el fútbol como una batalla de desgaste, donde prima el músculo sobre el toque, el contacto sobre el juego de asociación. No varió su hoja de ruta en Wembley, con dos medio centros de corte defensivo (Barry y De Jong -que le clavó, bien por costumbre o por casualidad, los tacos en la cara de Nani-) y con el enganche Touré, que prefiere la conducción al pase. Pero, al igual que el contrincante, el Manchester City se la jugó con unas bandas de largo recorrido, con Silva y Johnson como punzones. Su problema, sin embargo, fue que el balón no corría por sus parcelas y, por consiguiente, su aparición en el duelo fue intermitente, irregular. Un contratiempo que desconectó a Balotelli -apuesta reincidente de Mancini sobre Dzeko-, un infortunio menor para Mancini, que se guardó el mejor de los ases en la manga y que exprimió en el segundo acto para despedazar al insípido rival.

Rehusó de inicio el Manchester City al protagonismo, a repartirse el cuero como buenos hermanos. Su ideario pasaba por aguardar en casa, atestar la medular y tirar de las ayudas para evitar las individualidades del rival. Todo un éxito porque el Mufc, aunque competitivo y de recursos, asumió a regañadientes la iniciativa. Tosco en la creación, escaso en el ingenio, se perdió en los metros concluyentes, en la última asistencia. Solo les llegó la inspiración en una jugada bien construida pero muy mal resuelta. Todo al primer toque. De Carrick a Scholes, a Park y a las botas de Berbatov, que frente a Hart chutó al bulto. En la prolongación de la jugada, Nani se va de su pareja de baile y pase raso al área chica, donde Berbatov, de nuevo, pone el pie pero demasiado bajo y envía el cuero a las nubes. Doble castigo y adiós al Manchester United, quizá exhausto por los cuartos de final de la Champions ante el Chelsea, por persistir en el liderato de la Premier.

Sin más fútbol que el propuesto por el agitador Nani -envió una falta al larguero-, el Manchester United se perdió en el juego de entrelíneas. Una concesión que explotó el City gracias a una vuelta de tuerca táctica de Mancini, que exigió presionar durante diez minutos en campo contrario para desmembrar la poca mezcla del rival. Balotelli de lado a lado y Touré en campo adverso. Suficiente para resolver el entuerto. Carrick trató de sacar la pelota jugada, salió al corte Touré y se apropió del cuero para lanzar un recorte y definir, raso y cruzado, ante la salida de Van der Sar. Un gol y un hachazo definitivo para el Mufc, que perdió los papeles. Así lo aclaró Scholes en el que probablemente será su último derbi, cuando le hizo una entrada criminal a Zabaleta, con los tacos por delante y con la recompensa de la tarjeta roja pertinente.

Se acabó lo que se daba para el Manchester United, que jugó un partido sin fútbol y que se hundió ante el empuje del Manchester City, que sumaba 10 encuentros consecutivos sin conseguir una victoria fuera de casa. Le bastó con un triunfo, sin embargo, para meterse en la final de la FA Cup, para luchar por un título 35 años después.

Los jugadores del Manchester City celebran el decisivo gol de Yaya Touré ante su afición.
Los jugadores del Manchester City celebran el decisivo gol de Yaya Touré ante su afición.LEFTERIS PITARAKIS

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