La noche de Chicharito
El delantero del Manchester United tumba con dos dianas a un Marsella escaso de puntería
Nadie compite como el Manchester United, deficiente en muchos aspectos del juego pero indomable en el remate, penalizado como pocos con las lesiones, a sumar las de O'Shea y Rafael, caídos también anoche durante el encuentro. Inconvenientes menores para este equipo, que dio buena cuenta del Marsella, anónimo y con una preocupante tendencia a desconectarse de las líneas avanzadas, estéril en la definición. Lo contrario a Chicharito, que nunca falla, un superdotado del gol que rindió a Old Trafford a sus pies.
Es el Manchester United un equipo con la defensa tremendamente descosida -lesionados los dos ejes capitales de la zaga: Ferdinand y Vidic-, sin una salida limpia del balón, pobre en la creación y carente de juego trenzado, plástico. Pero funciona a trompicones, con pases directos y una eficacia feroz a la hora de encañonar. Sobre todo con Rooney como rompedor y con Chicharito -le ha quitado definitivamente el puesto de titular a Berbatov- como punto y final. Una asociación que quebró a la defensa del Marsella, blandiblú del bueno.
MANCHESTER UNITED, 2 - MARSELLA, 1
Manchester United: Van der Sar; O'Shea (Rafael, m. 36) (Fabio, m. 70), Smalling, Brown, Evra; Nani (Valencia, m. 61), Carrick, Scholes, Giggs; Chicharito y Rooney. No utilizados: Kuszczak; Berbatov, Obertan y Gibson.
Olympique de Marsella: Mandanda; Fanni, Diawara, Heinze, Taiwo; Mbia (Ayew, m. 80), Chirou; Rémy, L. González, A. Ayew; y Gignac (Valbuena, m. 69). No utilizados: Andrade; Hilton, Cissé, Kaboré y Abriel.
Goles: 1-0. M. 5. Chicharito. 2-0. M. 75. Chicharito. 2-1. M. 82. Heinze.
Árbitro: Velasco Carballo (España). Amonestó a Chicharito, Valbuena y Rémy.
74.000 espectadores en Old Trafford.
La perdición del OM, en cualquier caso, fue la falta de puntería. Perdonó en el Vélodrome y se arruinó en Old Trafford. Una licencia que permitió el Mufc, que retrasa sus líneas sin rubor alguno, confiado en que a más metros concede, menos huecos ofrece. Así, Gignac, lejos de ser ese delantero que encandiló en el Toulouse, probó una vaselina ridícula que resolvió con el tobillo, Diawara cabeceó desviado un centro medido de Taiwo, Rémy se inventó sin éxito una volea atrofiada, y Cheyrou se empecinó en batir a Van der Sar desde lejos.
Mucho menos necesita Chicharito: dos remates; dos goles. Eléctrico en sus movimientos dentro del área, el delantero siempre tiene la portería rival en el entrecejo. No juega al toque, no resquebraja caderas con sus regates ni tiene una velocidad punta de vértigo. Pero define como nadie y se cobra el mayor de los protagonismos en situaciones límite. Y con Rooney entonado, ahora que parecen olvidadas las rencillas con la afición tras anunciar su próxima marcha y luego retractarse, todo es más fácil. Ronney se metió hasta el vértice del área chica y sacó un centro al lado opuesto, donde Chicharito, siempre responsable en la cita con el gol, la empujó a gol. Y repitió después cuando Giggs le leyó a las mil maravillas el desmarque.
No hizo falta nada más. El Manchester reculó del todo, el Marsella logró un gol tardío de Heinze -silbado desde la grada a cada ocasión que tocaba la pelota porque quiso marcharse al Liverpool (el eterno rival) hasta que Ferguson lo impidió- a la salida de un córner, y Chicharito, de nuevo, resolvió la eliminatoria. Tiene estrella el mexicano, que firmó la noche de su coronación como un delantero de los grandes.
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