El amargo regreso de Farinós
El futbolista del Hércules, que no jugaba en Primera desde 2006, ha sido expulsado frente al Barcelona en su vuelta a la máxima categoría
El 13 de mayo de 2006, el Mallorca ganó tres a uno al Zaragoza. En el minuto 66 de ese partido, Francisco Javier Farinós (Valencia, 1978) marcó el segundo gol del equipo balear, el único que él logró en la temporada. Tras ese efímero y modesto momento de gloria, uno de los únicos que tuvo esa campaña, el Mallorca le dio la carta de libertad y se fue al Hércules, en Segunda. Este año, con el equipo alicantino de vuelta en la máxima competición, Farinós tenía la oportunidad de regresar a Primera, pero una lesión que arrastraba desde la temporada pasada le había impedido debutar hasta hoy. Este sábado, sin embargo, jugó de nuevo frente al Barça. Era su regreso, un día especial contra uno de los mejores equipos. Pero una expulsión en ese encuentro, cuando apenas llevaba 17 minutos en el césped, ha agriado su vuelta a Primera.
No es la primera vez que Farinós comprueba que la línea que separa la alegría de la amargura es muy fina. Su carrera ha estado marcada por la alternancia de momentos dulces con otros duros. Como les pasó a otros compañeros, despuntó en el Valencia e importantes equipos europeos se interesaron por él. Le ocurrió a Mendieta, que se fue al Lazio y fracasó. También Gerard lo intentó en el Barcelona sin mucha suerte. Farinós optó por irse al Inter, que pagó cerca de 19 millones de euros por él. Pasó tres temporadas en el equipo italiano, en las que disputó 77 partidos, y en 2003 regresó a España, cedido al Villarreal.
En el submarino amarillo hizo una buena campaña y regresó al Inter, donde disputó la temporada 2003-2004. Después volvió a España, esta vez al Mallorca. Su primera temporada en el equipo balear fue positiva, marcó tres goles y dio asistencias muy valiosas para lograr la permanencia del equipo. En la siguiente temporada, sin embargo, dejó de ser un fijo en el once inicial del Mallorca, que le dio la carta de libertad al final de la campaña.
En el Hércules, en Segunda, se volvió a convertir en un jugador importante. Renació para el fútbol, pero tendría que esperar tres años para lograr el ansiado ascenso a Primera. Cuando lo logró, Farinós volvió de nuevo a mezclar la alegría con la decepción: acabó la temporada con problemas musculares en los isquiotibiales. Lo que en principio parecía una lesión sin importancia le ha mantenido de baja desde agosto. Su vuelta a los terrenos de juegos, con la expulsión, no ha sido la soñada. Su actitud lo demostraba tras ver la tarjeta roja: desperado, se lamentaba, clamaba al cielo, se tapaba el rostro con las manos y la camiseta. Ahora le toca encomendarse de nuevo a la paciencia y confiar en hacer un final de campaña propio de su trayectoria. Dejando las decepciones al margen.
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