Una falta y sanseacabó

En La Romareda no se juega al fútbol ni a las buenas ni a las malas. El balón es irremediablemente esquivo a los pies. Pero fue el Zaragoza, en una jugada a balón parado y con chiripa, el que sometió a un Deportivo con cinco zagueros, poco juego y ninguna ambición. Un triunfo blanquillo, en cualquier caso, que rebaja la terrorífica ebullición que se fermenta en la ciudad y que señala al presidente del club, Agapito Iglesias.

Hace tiempo que el espectáculo de La Romareda se da en las gradas y no en el césped. "Zaragoza, sí; Agapito, no", mostró casi toda la afición al inicio del encuentro. Resulta que el equipo se codea en el fango, que los jugadores no han percibido los avales ya vencidos, que Javier Aguirre no tiene a los tres futbolistas exigidos en invierno y que los aficionados reclaman un poco de fútbol y unidad. Pero el presidente, sin los aliados que le impulsaron por intereses deportivos y políticos, se resiste a ceder el sitio. Entre otras razones, porque nadie le compra las acciones del club. Pero eso no le importa a Aguirre, que ha creado una burbuja para dedicarse al fútbol y a nada más.

Sin juego ni botas para practicarlo, el Zaragoza se conforma con abrocharse atrás. Y, si llega un contragolpe, mejor que mejor. Arma desconocida para el Depor, que amontona efectivos en el área y no traspasa la medular ni por castigo. No fue de extrañar que los únicos cuatro remates del partido llegaran a balón parado. Avisó el Depor con Manuel Pablo y Aythami, que fallaron en el remate. Y replicó el Zaragoza con un lanzamiento de Gabi que escupió Aranzubia y con la falta definitiva de Boutahar. El marroquí le pegó fuerte, el balón dio en la espalda de Lassad y de ahí fue a gol. Una falta y sanseacabó. Nuevo traspié del Depor y victoria regeneradora para el Zaragoza, que escapa, al fin, del descenso.

Zaragoza 1 - Deportivo 0