Benítez pasa de la fiesta
El técnico del Inter no celebra el Mundialito y arremete contra el presidente Moratti y los jugadores
No estaba Rafa Benítez en el campo mientras los jugadores del Inter celebraban el quinto título de la temporada . Tampoco estuvo el pasado mes de agosto cuando el equipo consiguió la Supercopa italiana contra el Roma. En aquella ocasión prefirió mantenerse al margen. Entendió que llevaba demasiado poco tiempo en el banquillo como para sentirse partícipe del triunfo. Anoche se mantuvo al margen para escupir toda la rabia acumulada en los últimos seis meses por las críticas recibidas. Lo hizo a pie de campo, en pleno festejo de la plantilla. Arremetió contra el presidente, Massimo Moratti, y también contra los jugadores. (Materazzi ni siquiera recogió la medalla por el enfado que tenía con el técnico español). Benítez dijo sentirse traicionado por unas promesas no cumplidas, dijo sentirse siempre señalado como el último culpable y dio un ultimátum al club. O las cosas cambian o que alguien hable con su representante.
Eligió la peor noche para desahogarse. La prensa italiana ya le ha calificado de "aguafiestas". "Cuando llegué aquí me prometieron fichar tres jugadores para ganarlo todo en el futuro. No vino nadie. El año pasado se gastaron 80 millones, el anterior, 50; desconozco los aspectos financieros del club pero conmigo se han gastado cero. Los demás equipos sí se han reforzado, el mío no. Me quedé decepcionado al cien por cien y lo digo con respeto porque siempre lo he tenido", se quejó el técnico español. Massimo Moratti, no demasiado lejos de él, contestó que no era ni el momento ni el lugar para hablar de determinadas cosas.
La realidad es que entre técnico y presidente nunca ha habido feeling. El dueño del Inter se ha gastado casi 800 millones de euros en los últimos 15 años. Decidió poner un freno tras el triplete del año pasado. Entendió que el equipo que dejó José Mourinho era suficientemente competitivo. En el club aseguran que se lo dejó claro a Benítez desde el primer día.
"No me gustó nada que se dudara de mi trabajo: soy entrenador desde hace 25 años, he ganado mucho y escuchar ciertas cosas no es bonito", prosiguió Benítez, que en la Liga marcha a más de diez puntos del líder. En más de una ocasión Moratti le reprochó no saber transmitir carácter al equipo. "Yo quiero el apoyo del club y el control de los jugadores, dentro y fuera del campo. En verano pedí tres jugadores ahora, y con la lesión de Walter Samuel, quiero cuatro", espetó. "Tener apoyo significa que no vale siempre con tachar al técnico de único culpable", prosiguió.
En el Inter, hace un par de semanas, y tras el cuarto partido sin conocer la victoria y una imagen muy floja, empezaron a sondear a otros entrenadores: entre ellos Leonardo y Rijkaard. "Así no se puede seguir, no se puede hablar constantemente de otros técnicos cuando soy yo el que está en el banquillo. Las cosas tienen que cambiar en el futuro: si cada semana se habla de un sustituto, pues que hablen con mi representante".
Antes de criticar a los jugadores, Benítez enumeró las únicas soluciones posibles, según él. "Hay tres vías: la primera es que me den apoyo y me fichen a 4-5 jugadores antes del 29 de diciembre. La segunda: seguir así sin proyecto y con un único culpable, que soy yo. Y la tercera: hablar con mi representante para que se llegue a un acuerdo". Benítez no utilizó la palabra adiós. Pero el mensaje a Moratti es bastante claro. Si el ultimátum lo había sufrido él hace dos semanas, ahora se lo pasa al jefe. Cuesta creer que la fractura entre los dos se arregle con unos fichajes. "¿Fichajes? Ya veremos...", comentó Moratti ayer. No quiso hacer más declaraciones. Él sí se dedicó a celebrar el título.
De las críticas de Benítez no se salvaron ni siquiera los jugadores. Tampoco su predecesor, Mourinho. Materazzi se marchó al vestuario cuando en el minuto 87 vio que el técnico gastó el tercer cambio con Mariga. Hace seis meses en el Bernabéu, Mourinho sí le dejó disfrutar de los últimos minutos de la final. Stankovic también mostró su desilusión por empezar el encuentro en el banquillo. "Quiero el control total porque quiero entender qué hacen los jugadores. Estos chicos vienen de dos años sin pisar el gimnasio [Mourinho lo había quitado de los planes de entrenamiento] y para compensar el trabajo atlético ahora lo necesitan y surgen las lesiones", aseguró Benítez, dejando entender que visitan el gimnasio a escondidas. En realidad, los jugadores agradecieron especialmente a Mourinho haber prescindido de las pesas.
El Inter ya está en Milán. Jugará el próximo partido de Liga el día 6 de enero. Puede que sin Rafa Benítez en el banquillo.
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