El milagro coreano

"Aprovecharon que eran iguales para cambiar a la mitad del equipo en el descanso". Era la única excusa que acertaban a dar los futbolistas italianos al final del partido, aún aturdidos por lo que acababa de ocurrir. Eran los favoritos para alzarse con la victoria en Inglaterra 66 y un equipo desconocido, llamado a ser una mera comparsa en la fase de grupos, les había echado del Mundial. Corea del Norte se metía en cuartos, en su primer Mundial y hasta ahora el único, y comenzaba así una de las historias más recordadas de las Copas del Mundo.

El rival en cuartos de final era la Portugal de Eusebio. Por aquel entonces los coreanos ya se habían ganado la lógica admiración de todo el mundo. Sin embargo, más extraña resultaba la fidelidad de 3.000 aficionados de Middlesborough, que desde su debut en el Mundial, en el que perdieron 3-0 contra Rusia, no habían dejado de seguir al equipo asiático.

El 23 de julio de 1966 el conjunto norcoreano se presentó en Liverpool arropado por miles de seguidores del Middlesbrough que recorrieron casi 200 kilómetros para el partido. Portugal estaba avisada. En el primer minuto Seung adelantaba a los asiáticos. Portugal no comprendía lo que estaba ocurriendo. Dong en el minuto 22 y Sung en el 25 ponían el 3-0 en el marcador, ante unos estupefactos lusos.

Cruel despertar

Hasta que apareció Eusebio, La Perla Negra. El genial jugador tomó el mando y no lo soltó hasta que, 30 minutos después, había puesto por delante a su selección con cuatro goles. En el minuto 80, Augusto sentenciaba con el 5-3 definitivo.

Terminaba la andadura de Corea del Norte en Inglaterra 66 y comenzaba la leyenda. Desde aquel día, la televisión nacional de su país repone cada cierto tiempo el partido contra Italia. Fueron recibidos como héroes y varios de los componentes de aquella escuadra pasaron a ocupar altos cargos militares.

En 2002 la BBC decidió hacer un documental sobre aquel equipo. Tras cuatro años de negociaciones la cadena británica logró viajar a Corea del Norte y entrevistar a los siete supervivientes.

Algunas de las páginas más bellas de los Mundiales están firmadas por equipos que no ganaron. La Hungría de los Magiares Mágicos, de Puskás y Czibor; la Naranja Mecánica, de Cruyff y Neeskens; la Corea del Norte del 66, formada por futbolistas cuyos nombres no se recuerdan, pero cuya historia resulta difícil de olvidar.