Un poco más lejos del milagro

En la hoja de ruta que Clemente se había fabricado para el milagro de la permanencia tocaba salir del césped con tres puntos en el bolsillo para encarar la visita al Calderón más cerca de la línea de la permanencia, pero el Valladolid se atrancó ante el Getafe , no pudo ni contra once primero, ni contra diez tras la expulsión de Cortés, terminó agotado de su fútbol monótono que sirve poco cuando el de enfrente se encierra en torno a su portero, cuando hay pocos espacios. Vale para bloquear al rival vale para empatar a cero, o a nada, pero para ganar no alcanza y al Valladolid no le sirve nada que no sea sumar de tres en tres.

Lejos de la ansiedad que se le puede suponer a quien se agarra a un clavo ardiendo, el Valladolid apareció obsesionado con cumplir con precisión y paciencia el estilo de su técnico, sin ninguna precipitación, sin ninguna prisa, en un ejercicio de concentración en una defensa no tan poblada como en otros partidos, aunque, eso sí, con una atención especial a Pedro León en la banda con Nivaldo pegado a su camiseta. El Getafe torció el gesto, le daban el balón, pero se lo discutían desde el primer metro y además tenía un trabajo complicado con los balonazos que tenía que pelear con dos torres como Manucho y Diego Costa. El Getafe se espesó, solo tenía de cara la entereza de Boateng en el centro, un imán para el balón, y el entusiasmo de Pedro León, poca cosa para romper a un defensa que con Clemente se ha creído su solidez.

El Getafe volvió del descanso con la cabeza más despejada, si el rival no quería el balón había que aprovecharlo, hacerlo circular, llevarlo de una banda a otra, velocidad y más velocidad y casi sin enterarse acorraló al Valladolid. Pero cuando todo comenzaba a funcionar Cortés hizo una entrada dura y fuera de lugar y se marchó al vestuario. Michel, que anunciaba con el cambio de Manu del Moral que iba a por el partido, tuvo que rectificar, olvidarse de ganar y recolocar a su defensa. El Valladolid, que se había extraviado recuperó el tono, no cambió de guión, balonazos a los delanteros y poco más, pero a fuerza de empujar terminó por dominar el partido. Pelé mandó un balón al palo, Manucho se durmió solo ante Codina, Pelé otra vez envió un remate claro a la grada. Las opciones de rematar la remontada se escapaban, los delanteros estaban fundidos y al final el empate, inútil como los quince que lleva en esta temporada, le deja tres partidos muy complicados para rescatar la idea del milagro.

A Clemente se le escapa el milagro