Un duelo para el fin de semana
Contador y Valverde afrontan primero y segundo las dos últimas etapas, las decisivas, de la París-Niza
En la Provenza, por fin, los corredores de la París-Niza encontraron un sol al menos tibio, pero no por ello dejó Contador de usar un pañuelo negro en la cabeza, los cabos flotando en el viento, asomando por debajo del casco, el mismo pañuelo que le había protegido la parte superior del coco, vulnerable, pelo muy corto, también el jueves, cuando reventó al pelotón subiendo a Mende a cinco bajo cero. El aire no va cargado de olor a lavanda, no se oye a las cigarras en los campos, el hielo sucio resiste aún en las cunetas, la primavera se intuye lejana, pero por lo demás como si fuera julio, como si fuera el Tour. "Ha sido una etapa Tour, pero de las duras, duras", corrige, y aumenta, Contador, quien sigue líder de la carrera, aunque su ventaja sobre el segundo, Valverde, disminuyó en 4s, a 20s, la bonificación que el murciano arrancó al quedar tercero en la meta. A la París-Niza le quedan las dos etapas más duras, la de mañana, con un puerto de primera, el de Vence, a 30 kilómetros de la llegada, que se juzga en el duro repecho del pintoresco pueblo de Tourrettes. La del domingo, la habitual del col d'Éze, la etapa que Contador, desde que es profesional, siempre ha disputado en fuga. "Y menos mal que me queda esa etapa, que puede ser mi salvación en función de lo que suceda en Vence".
La París-Niza 2009 se convirtió en un duelo Contador-Luis León que se resolvió el sábado a favor del segundo, después de que el chico de Pinto se multiplicara hasta vaciarse para controlar a todo aquel que se movía. Fue la famosa pájara de Fayence, uno de los eslabones más notables en la cadena vital de Contador. "Aquel día aprendí mucho, me vino muy bien la experiencia para ganar el segundo Tour", dice Contador. "Pero este año la carrera no se resolverá en un duelo de Valverde contra mí. Ojalá fuera así, porque todo sería más fácil de controlar, pero será como empezar de nuevo la carrera, que se resolverá en nada: ahora mismo estamos ocho corredores en 42s".
El octavo, el que cierra el grupo, es nada menos que Peter Sagan, un prodigio eslovaco que cumplió 20 años en enero, y que en su segundo mes como profesional ya ha ganado dos etapas. Ambas en la París-Niza. Ambas de la misma manera. Como hoy, convirtiendo una pequeña cuesta a menos de dos kilómetros de la llegada en una mina explosiva. Sagan, que fue hace un par de años campeón mundial júnior de mountain bike, no sólo le dio duro y brillante a la cuesta, sino que, como un maestro consumado, calculó a la perfección los tempos, reguló su mínima ventaja sobre el grupo, que nunca superó los 5s. Fue el único momento de control de una etapa incontrolada. "Mi equipo ha hecho lo que ha podido y a algún corte he tenido que salir yo en persona, como uno en el que iban Luis León y Kreuziger. Ha sido un día en el que ni el mejor equipo del mundo habría podido controlar", dice Contador, quien sólo pide al cielo que mañana siga haciendo frío. "No, no es por seguir llevando el pañuelo negro, es que el frío quita las ganas de atacar, se va mucho más a gusto rueda".
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