El revulsivo más deseado
Lo que Ferrari espera de Fernando Alonso es que sea un campeón pero también que conecte con el equipo y con los 'tifosi'
El reto de Fernando Alonso en el equipo Ferrari no quedará limitado a conseguir victorias y títulos. Sustituye a un piloto frío e incapaz de mostrar sus sentimientos. Y en Maranello se espera que el asturiano cambie radicalmente esta imagen de ausencia, de distancia que en nada ha favorecido al equipo, a pesar de que Kimi Raikkonen ganó el título de pilotos en 2008. El doble campeón mundial tenía razón al afirmar que Ferrari es la única escudería que está por encima de los pilotos. Pero también es cierto que es gracias a las aportaciones de algunos de ellos que la Scuderia ha adquirido una dimensión mística y legendaria. La historia de los monoplazas rojos va ligada ineludiblemente a nombres como Ascari, Fangio, Bandini, Reutemans, Lauda, Prost, Mansell, Villeneuve, Schumacher o Raikkonen. Pero no todos ellos han tenido el mismo peso en la construcción de la leyenda. Al contrario. De los 106 pilotos que hasta ahora han corrido con Ferrari sólo 36 han conseguido victorias en su paso por Maranello. Y de ellos, la mayoría han pasado con más pena que gloria.
Luca Cordero de Montezemolo explicó muy bien este concepto, al afirmar que Kimi Raikkonen ganó un título, pero nunca logró conectar con la gente del equipo ni con la afición. "Kimi es el tipo de persona que muestra pocas emociones, se lo guarda todo dentro", comentó. "Y eso no ayuda al intercambio de información en el equipo, ni incentiva a los seguidores. Alonso, en cambio, es un gran piloto y una persona muy carismática. Espero mucho de él. Durante meses, la gente me ha parado por la calle para preguntarme: '¿cuándo fichais a Alonso?'. Sólo recuerdo estos niveles de entusiasmo con la llegada de Schumacher".
Cuando Michael Schumacher llegó a Ferrari, el equipo llevaba 21 años sin ganar un título. El alemán venía de conseguir sus dos primeras coronas en Benetton y entró en Maranello rodeado de los ingenieros y los mecánicos que habían construido su coche ganador. Se marchó convertido en un ídolo, con un palmarés de 180 carreras disputadas, 72 victorias y cinco títulos más. Fernando Alonso llega con un séquito mucho menor -su ingeniero de pista en Renault (aún no confirmado) y su fisioterapeuta-, pero con la aureola de ser el mejor piloto del paddock. Y su presencia sitúa a Ferrari de nuevo en la senda de los grandes campeones. "Fernando está al mismo nivel que Schumacher", confiesa Rubens Barrichello. Lo que todo el mundo sabe en Ferrari es que Alonso es el único piloto capaz de sacar el máximo rendimiento del coche que le ofrezcan. Y uno de los pocos que puede ayudarles a mejorarlo.
"Ese es un factor importante, crucial para cualquier equipo", señala Pedro de la Rosa, que compartió equipo, como piloto de pruebas, con Alonso en McLaren. "Los ingenieros y los mecánicos saben que su trabajo se verá recompensado, porque si le ofrecen un buen coche él ganará carreras". Eso fue lo que hizo ya en Renault, donde ganó sus dos títulos mundiales (2005 y 2006), y también en McLaren Mercedes, en 2007, donde logró cuatro victorias y hubiera podido ganar el campeonato si Ron Dennis, director del equipo, no le hubiese puesto tantas trabas. Acabó empatado a puntos con Lewis Hamilton, a un punto del campeón, Raikkonen.
Lo mejor que aporta Alonso a cualquier equipo es su profundo conocimiento del coche. "Es capaz de definir exactamente lo que le ocurre al monoplaza", explicó su ex director de ingeniería en Renault, Pat Symonds. "Supone una gran ayuda para los ingenieros, porque explica con mucha precisión que puntos del vehículo están fallando y sugiere cómo cree que deberían resolverse". Un reconocimiento similar tuvo que hacer Ron Dennis poco antes de que el piloto se fuera de McLaren. "Es cierto que nos ha ayudado a mejorar el coche con sus apreciaciones técnicas", confesó, admitiendo a regañadientes que les había aportado alrededor de siete décimas de mejora durante aquel invierno.
Desde que acabe el Mundial, Alonso trabajará para mejorar el coche. Y seguro que aportará sensaciones, experiencia y conocimientos. Pero tanto como eso, el equipo espera de él que sea capaz de convertirse en su estrella, en el piloto más carismático, en un punto de mira del que toda la escudería pueda sentirse orgullosa. Y, evidentemente, que gane carreras y títulos. Eso fue lo que consiguieron algunos de los pilotos históricos que han pasado por Ferrari, desde Juan Manuel Fangio -estuvo un año en 1956 y ganó el título-, hasta Niki Lauda y Michael Schumacher. Pero no todos han dejado su sello. Pilotos del calibre de Alain Prost, Gehrard Berger o Nigel Mansell pasaron notablemente más desapercibidos que Gilles Villeneuve. El canadiense no ganó ningún título -fue subcampeón en 1979- pero encandiló a Enzo Ferrari y a los italianos y, a pesar de haber logrado sólo seis victorias, se convirtió en un mito cuando falleció a los 32 años en accidente en los entrenamientos de Zolder en 1982.
Fernando Alonso tiene todos los ingredientes para seguir la estela de los Villeneuve y Schumacher. En Italia quieren que sea un campeón, pero también que muestre su alegría o su decepción. Y él puede hacer las dos cosas. Tiene dos títulos mundiales, habla italiano, es latino, tiene un carácter abierto y cordial. Es simpático. ¡Sonríe! Es el revulsivo más deseado.
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