El Valencia alcanza la UEFA
Villa, con 28 goles, iguala el récord de Kempes y le da el premio menor al cuadro de Emery, que derrota a un Athletic sin tensión
Premio menor para el Valencia , el de la Copa de la UEFA, pero premio al fin y al cabo para un equipo tan machacado por la insolvencia de sus dirigentes. Temporada sufrida para el conjunto de Emery, amenazado durante meses por la disolución, pero temporada también para disfrutar de futbolistas deliciosos (Villa, Mata y, en cuentagotas, Silva) ahora codiciados por todos los Florentinos del continente. Feliz broche a su vez para el Athletic, que acabó la Liga sin agobios después de muchos años, y precisamente en Mestalla, donde la hinchada bilbaína recuperó la grandeza pese a sucumbir a la magia azulgrana en una noche preciosa de Copa, hace un par de semanas.
Por si acaso se trataba de su último partido en Mestalla, Villa decidió regalar lo mejor de sí: caños, cambios de ritmo, desmarques y, por supuesto, gol. Al primero de ayer no le dio demasiada importancia: un toque de primeras con el interior del pie izquierdo para embocar un centro raso de Joaquín. Lo mejor fue el desmarque del Guaje, que amagó hacia el primer palo y se fue al segundo. Allí, precisamente, marcó su segundo de la noche, el 28º tanto de la temporada con el que igualaba el récord compartido por Kempes, Mijatovic y Mundo.
VALENCIA 2 - ATHLETIC 0
Valencia: César; Miguel (Curro Torres, m. 90), Albiol, Alexis, Moretti; Joaquín (Vicente, m. 66), Marchena, Edu, Míchel (Morientes, m. 81), Pablo; y Villa. No utilizados: Renan, Maduro, Angulo y Albelda.
Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Balenziaga; Susaeta (Etxeberria, m. 61), Orbaiz (Muñoz, m. 46), Gurpegui, David López; Yeste (Velez, m. 46); y Llorente. No utilizados: Armando, Toquero, Etxeita y Eneko.
Goles: 1-0. M. 6. Villa, a centro de Joaquín. 2-0. M. 89. Villa, a pase de Pablo.
Árbitro: Velasco Carballo. Expulsó a Balenziaga (m. 76) por doble amarilla. Amonestó a Villa, Gurpegui, Marchena, Edu, Velez, Alexis y David López.
Unos 25.000 espectadores en Mestalla.
Ausentes sus socios habituales (Mata y Silva), Villa se encontró a gusto rodeado de Joaquín, Pablo y Míchel. El primero estuvo a la altura de su prestigio después de un final de campaña en el que había caído en picado. Regateó, profundizó y perseveró como ya no solía. Pablo recordó que tiene una punta de velocidad superior a todos. Y Míchel, qué decir de Míchel: que se echó su espontaneidad y frescura de menos en estos partidos decisivos en los que Emery apostó por una experiencia mal entendida.
Mucho más relajado que hace un par de semanas, volvió anoche el Athletic a Mestalla. Se le notaba a la legua que no se jugaba nada. Caparrós se entretuvo intercambiando a sus jugadores de puesto. Javi Martínez y Gurpegui pasaron de central a mediocentro mientras que David López y Susaeta mudaron los interiores bilbaínos. La intensidad era la misma: mínima. Clavado en los 13 goles en la Liga y tras su discreta final de Copa ante el Barça, Llorente se plantó solo en un uno contra uno ante César en el minuto 2. Se lio solo. Lo mismo en un remate mordido en la segunda parte a los pies de César. Un César otra vez serio, otra vez ganándose a pulso la renovación.
Emery decidió que era tiempo de homenajes y mandó calentar a Morientes, que abandona Mestalla después de tres años en los que apuntó su declive. Y en los que dejó un golazo de plancha en el único título que le faltaba: la Copa del Rey de 2008 ante el Getafe en el Calderón.
El Athletic se creció, envalentonado por la incapacidad del Valencia para cerrar el choque. Y por la tardanza del técnico para efectuar los cambios. Ante el sopor de la noche, Caparrós había refrescado a su equipo; Emery, no. Hasta que entró Vicente y todo volvió a donde estaba. Villa siguió rematando, por abajo, por arriba, al primer o al segundo palo, empeñado en alcanzar el récord de Kempes. Hasta lograrlo. Por si era su última cita con Mestalla.
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