El Valencia agradece los regalos

Ni siquiera Palop, en una brillante actuación, pudo evitar la tendencia del Sevilla anoche al suicidio. Equipo fiable por antonomasia, al cuadro de Jiménez le dio un aire y sus jugadores comenzaron a echarse piedras encima hasta quedar completamente sepultados. Primero Adriano, provocando su expulsión en una entrada absurda , y después Fernando Navarro, con un manotazo al balón dentro del área en el momento decisivo. Justo cuando se apuraba el envite sin que el Valencia hiciera valer su superioridad numérica. El penalti lo transformó Mata, que asumió esa responsabilidad puesto que acababa de ser sustituido Villa. Mata alcanzaba así 10 goles y 10 pases de gol, unas cifras colosales para un jugador que, siendo de los que menos cobra, resulta de los que más ofrecen. Equipo ciclotímico por naturaleza, el Valencia vuelve asomarse con fuerza a la clasificación para la Liga de Campeones. Ésa es su inercia. Ha encadenado cuatro victorias consecutivas para olvidarse de dos meses metido en un túnel. Lo ha hecho a lomos de sus cuatro hombres de ataque, Silva, Villa, Mata y, en el segundo tiempo, Pablo Hernández, que han llegado a esta fase desatados. Tienen una pegada descomunal, tan sólo superada por los cracks del Barcelona.

Adriano se cargó al Sevilla en el minuto 45. El extremo izquierdo italiano, ayer en labores de lateral derecho, embistió en el centro del campo a Mata sin venir a cuento. Ya tenía una tarjeta amarilla, pero no se había dado por aludido. El árbitro sí lo tuvo en cuenta y lo mandó a la ducha. El Valencia aprovechó para hurgar en la herida. En el par de minutos que tardó Jiménez en cubrir ese espacio con Mosquera, Mata se fue como un tiro a por el empate. Lo trató de frenar Escudé con el cuerpo dentro del área y el árbitro marcó penalti. Palop había coleccionado un par de paradones que le podían augurar una nueva intervención decisiva ante los 11 metros. Lo evitó el infalible Villa, que marcó raso y despacito al lado contrario. Su 23º tanto en la Liga, a cinco ya del récord absoluto de goles en la Liga de un valencianista en una temporada, registro en poder de Mundo, Kempes y Mijatovic. Nacía un nuevo partido que invalidaba la superioridad anterior del centro del campo sevillista. A pesar de contar con Albiol, Marchena o Alexis, el Valencia chirría de cabeza en facetas defensivas. Es el conjunto que más goles ha encajado de ese modo. Con el de ayer son 11. Y como el Sevilla es el que más remata de cabeza, Escudé sólo tardó unos minutos en sumar ambas estadísticas para avanzar con un cabezazo impecable al conjunto de Jiménez.

Sorprendió Emery al retirar de la alineación titular a Pablo Hernández, uno de los artífices de la resurrección del equipo cuando acudió moribundo al Sardinero hace tres semanas. El técnico volvió a confiar a la indudable calidad de Joaquín, pero el extremo gaditano le volvió a fallar. No sólo por su discreta participación, sino porque, al ser sustituido en el minuto 57, menospreció al técnico con un par de gestos. No fue el único. También Villa se encaró con el entrenador cuando lo sustituyó a instancias del médico, que le había tratado de unos calambres. Villa no quería irse y se lo hizo saber al entrenador. Al menos él, eso sí, se quedó en el banquillo para ver la victoria de su equipo. El tiempo le dio la razón a Emery: Hernández fue mucho más incisivo que su antecesor y colaboró a la cabalgada final de su equipo, sobre todo por el gol en el tiempo de descuento que finiquitó el encuentro. Mestalla se levantó para celebrar un triunfo muy poderoso y el Sevilla completó su desafortunada noche cargándose de tarjetas y quedándose en cuadro para medirse al Barcelona.