La pizarra de Declan Kidney

Declan Kidney nació en Cork el 29 de octubre de 1959. No es un cualquiera. Fue delantero, algo mediocre, y se curtió en equipos ingleses, antes de dar forma al nuevo rugby irlandés. No debe ser casual que el XV del trébol, que no gana un torneo desde 1985 -por supuesto, nunca el VI naciones- disfrute este año de legítimas opciones de alcanzar el Gran Slam, un premio que sólo ha conseguido una vez, en 1948. Las esperanzas de los irlandeses tienen sólidos fundamentos. Más allá de las tres victorias conseguidas en las primeras jornadas del torneo -Italia Francia e Inglaterra (14-13)- y que juega a favor de calendario - visita a Escocia en Murrayfield y a Gales en el Milenium- Irlanda juega muy bien, porque empuja y corre, mira atrás y adelante, le pone cabeza y corazón, y tantas manos como riñones. Inteligentes y con buen gusto le echa redaños y valentía, así que Irlanda abre y cierra los partidos con tal facilidad que resulta imposible verles jugar y no preguntarse que les ha pasado. Y al hacerlo uno termina llegando a la conclusión de que el secreto está en quien les manda, en la mano de Declan Kidney, que ha formado un equipo de verdad. De la pelea en el vestuario con la que la selección irlandesa terminó su pase por el Mundial de Francia al día de hoy, la diferencia es abismal y pasa, indudablemente, por la pizarra de Kidney

El actual XV irlandés lleva en la cabeza del entrenador de Cork, seguramente, desde que fue seleccionador escolar de la federación irlandesa. Hace 20 años, en los Irish Schools, por su pizarra pasaron la mayoría de jugadores que ahora maneja en el VI Naciones, incluidos O'Driscoll y O'Gara. Tipo inteligente y silencioso, Kidney se resistió a dejar el banquillo de Muntser pero cedió finalmente a la presión, tan enorme que hasta el Primer Ministro de Irlanda, Brian Cowen, le rogó públicamente que aceptara el cargo. Su primera decisión fue sentar en una mesa a los líderes del vestuario y cerrar viejas heridas. La segunda, juntar la delantera de Munster con el juego abierto de Leinster, así que ahora ya no se trabajan los rucks para terminar pateando, sino para llegar al ensayo, midiendo los tiempos en cada situación, como si desde la tribuna, Kidney manejara a O'Gara y a su tercera línea con mando a distancia

Una cosa está clara: Luchar hasta que no puedan más por las cuatro provincias de Irlanda, como reza el himno-Ireland's call- que entonan antes de los partidos, los jugadores siempre lo han hecho. Sencillamente, ha llegado Kidney para enseñarles como deben hacerlo. Y a falta de visitar Escocia y recibir a Gales, diríase que le han entendido.