El Espanyol se despeña

El Espanyol se despeña en la Liga desde Montjuïc después de ceder la 11ª derrota en un partido muy bravo, mejor que la mayoría de los disputados, circunstancia que aumentará seguramente su desespero en vigilias del derby del sábado en el Camp Nou contra el líder. Aunque el Sevilla mereció la victoria, el encuentro reflejó la negativa dinámica del equipo blanquiazul y sobre todo su cúmulo de fatalidades: falló Corominas un gol cantado con empate a cero, acto seguido Lola se ganó una expulsión muy tonta y después marcó Kanouté en una jugada que muy bien pudo anular el árbitro por una falta previa del ariete sobre los centrales.

A la hinchada ya no le quedaron fuerzas ni para decir ni pío, ni contra el colegiado ni tampoco contra sus futbolistas, derrengados y abatidos. La presencia de Lo Pelat y la reaparición final del capitán Tamudo únicamente sirvieron para agrandar el dolor periquito Tampoco ayudó la estrategia del entrenador, que cambió tarde y mal, condicionado por las tarjetas y paralizado igualmente por la sensación de cuantos piensan que todavía hay tiempo para el remonte a pesar de que el equipo tiene poco juego y menos épica, sino que es un flan, nada extraño si se tiene en cuenta que no gana desde noviembre en la segunda peor racha de su historia.

Al Espanyol le quema cada vez más la pelota, cosa lógica porque que ha ido descendiendo en la tabla hasta acabar como colista del campeonato. Juega muy tensionado y angustiado y su fútbol es excesivamente disperso, poco concreto, nada preciso, falto de jugadores de jerarquía. La única dinamita que hay en la cancha está en la punta de la bota izquierda de Nené y en las llegadas de Luis García y Corominas. Muy poca cosa para combatir el juego por fuera de los extremos del Sevilla y especialmente el de Jesús Navas.

Dos centros de Navas desde la derecha le alcanzaron a Kanouté para firmar el triunfo del Sevilla después que el Espanyol tirara el partido, incapaz de controlar los detalles y los momentos decisivos, emocionalmente frágil.

El equipo de Jiménez ha perdido cuajo y le falta poderío para gobernar la contienda, que ayer estuvo muy abierta desde el inicio, con reiteradas llegadas en una y otra área, un juego muy directo y la sensación de que seguramente se decidiría en una segunda jugada o a la salida de cualquier acción de estrategia. Los andaluces regalaron medio partido, bien defendido por el Espanyol, para despertar después del descanso cuando enfilaron a Kameni, que mantuvo en pie a su equipo un buen rato con intervenciones de mérito por la dificultad de la jugada y porque Montjuïc la tiene tomada con su portero.

El paso al frente del Sevilla habilitó a cambio la contra del Espanyol, cuya ansiedad quedó reflejada en dos remates consecutivos de Corominas que eran gol o gol y fueron rechazados en un escorzo por David Prieto. La pifió Corominas y poco después se equivocó Lola en una entrada que le costó la segunda tarjeta y por tanto la expulsión, una situación que se repite con asiduidad últimamente y que delata el desquiciamiento blanquiazul.

El despliegue físico del Espanyol, personificado en Sergio Sánchez, acabó en cuanto Navas se ganó el espacio suficiente para poner un par de centros imposibles para Kameni y para los palos, que ya habían escupido dos tiros de Renato y Romaric. No perdonó el Sevilla a la que las circunstancias del partido giraron a su favor y agrandó el martirio del Espanyol, colista de la Liga.