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CICLISMO | GIRO DE ITALIA

Del 'no' rotundo al 'sí' tajante

El Giro negoció durante semanas con el gobierno kazajo la participación de Contador

27 de marzo. "No. Ciao". Más claro, agua. El SMS de Angelo Zomegnan en respuesta a una pregunta sobre una, entonces, utópica participación del Astana, y de Alberto Contador, en el Giro de Italia.

11 de mayo. Las nubes envuelven la mole inmensa del Etna. Son negras y esconden las fumarolas blancas, restos de la erupción reciente que le ha valido al volcán siciliano un hueco en los telediarios de medio mundo. Llueve. Tan brumosa, tan diluida, es la respuesta de Zomegnan, capitoste del Giro, cuando se le señala, a escasos metros, en la salida de la tercera etapa de la carrera rosa, el autobús azul turquesa del Astana, a Contador en bicicleta con el dorsal 22. "Bueno", sonríe Zomegnan, que antes de organizador fue periodista de La Gazzetta dello Sport. "Ya sabe cómo son las cosas. Pero, sí, entonces, en marzo, ya estábamos negociando con el gobierno de Kazajistán la participación del equipo que lleva el nombre de su capital".

Hasta el 2 de mayo resistió Johan Bruyneel, el belga que dirige el Astana, a las presiones combinadas de su patrocinador, dispuesto a todo para que el sol del escudo de Kazajistán brillara en el Giro, y de Zomegnan, que exigía que de todas todasparticipara el ganador del Tour en su carrera. Hasta ese día no supo Contador que debería pasar el resto del mes de mayo en Italia.

"Y es una pena", dice el ciclista de Pinto mientras saborea un sorbo de prosecco para celebrar que su compañero Toni Colom cumple 30 años. Son las 23.30 del domingo 11 de mayo y Contador acaba de conocer una de las peculiaridades del Giro: las tortuosas carreteras que separan las metas de los hoteles -en este caso: 180 kilómetros en autobús por rutas secundarias sicilianas-, las laberínticas calles en las que se ubican los hoteles, la de tiempo que se pierde así. Hasta las 21.30, cuatro horas después de terminada la etapa, no ha llegado el Astana a su alojamiento; hasta las 22.15 no ha empezado a cenar, después de un acelerado masaje. Nada que le asuste, al menos comparado con la sensación de provisionalidad con la que está viviendo la temporada. "Si hubiera sabido antes que correría el Giro lo habría preparado bien, no habría echado el resto en el País Vasco. Pero tal como vamos, tenemos que ir a ganar a todas las carreras en las que participamos..."

Tampoco se llama a engaño el ciclista de Pinto a la hora de interpretar las verdaderas razones de la invitación de la corsa rosa. "Basta con ver los periódicos italianos", dice. "Basta con ver cómo han aumentado el número de páginas dedicadas al Giro después de confirmarse mi presencia. Me necesitaba porque si no su carrera no hubiera tenido interés fuera de Italia. Así que no me extraña que me pongan de favorito".

Lo cual, evidentemente, quiere decir que Contador, de lo que lee se cree la mitad de la mitad, que no tiene nada claro que pueda aspirar a convertirse en el primer español después de Indurain (Giros del 92 y del 93) que llega con la maglia rosa a Milán el primer domingo de junio. "Sí, ya sé que en Italia comentan que puedo ser como el Pantani del Tour del 98, que llegó bajo de forma pero le permitieron sobrevivir la primera semana y acabó ganado", dice Contador. "Pero yo no lo veo tan claro. Hasta la llegada en alto de la séptima etapa y la contrarreloj de Urbino no podré sacar conclusiones. Y una cosa tengo segura, si no puedo más, no puedo más, no quiero arriesgar mis posibilidades en la Dauphiné Libéré fundiéndome en Italia". Como dice su gente en el equipo, dentro de la provisionalidad de su agenda, Contador se agarra a lo mínimamente planificado. Y en 2008 uno de sus objetivos principales, junto a la contrarreloj de los Juegos y la Vuelta a España, es la carrera francesa en la que se medirá a los principales favoritos del Tour.

"El Tour, el Tour", suspira, como Boabdil por Granada. "Qué pena no poder ir este año. Si lo ganara por segundo año consecutivo el ciclismo en España volvería al primer plano. Recuperaríamos nuestro espacio en los medios... ¡Qué pena!"

Ajeno a los suspiros del ciclista español, tras un caótico cruce del estrecho de Messina, el Giro llegó esta tarde a la península, lo que no evitó ni nuevas caídas, ni nuevas fracturas de clavícula -la del belga Nick Nuyens se unió a las de los australianos McGee y O'Grady, rotas el lunes en Messina-, ni nueva llegada al sprint. En la de la playa de Catanzaro, en el mar Jónico se impuso el inglés Mark Cavendish (High Road); el italiano Franco Pellizotti (Liquigas) sigue líder.

El ganador de la cuarta etapa, Mark Cavendish, celebra la victoria
El ganador de la cuarta etapa, Mark Cavendish, celebra la victoriaEFE

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