Inglaterra, "nacidos para perder"

Los estrepitosos resultados en las diversas modalidades deportivas han sumido a Inglaterra en el pesimismo nacional, y para más INRI, tras once meses de decepciones, debe elegirse ahora el Deportista del Año. El fracaso de Lewis Hamilton en Fórmula Uno al perder el campeonato en la última carrera, la decepción del rugby frente a Sudáfrica y la reciente eliminación de la selección para la Eurocopa 2008 vuelven a dejar al deporte inglés huérfano de un héroe.

Tras la derrota, llega la flagelación. Numerosos medios anglosajones han criticado la mala actuación del combinado que hasta hace días dirigía Steve McClaren con titulares tan rotundos como el que publica la revista The Observer Sport Monthly. En el artículo de su número de diciembre, sobre la bandera de San Jorge, puede leerse "Born to lose" (Nacidos para perder), un lema que se acompaña de una mano en forma de letra 'L'. El hundimiento moral también atañe a la prensa, y el autor del reportaje se llega a preguntar si es que Inglaterra encuentra un placer perverso en la derrota.

Entre tanta catástrofe, sólo el Arsenal de Arsène Wenger sale ileso de la tormenta. Su juego vistoso y atrevido, acompañado de buenos resultados y grandes 'gunners', ha enamorado a media Europa, y son las bazas a las que se agarra el orgullo nacional para salvar su imagen. Sin embargo, el problema principal es que está liderado en el banquillo por un técnico francés, y en el campo, por un español. Ningún jugador inglés milita en el equipo titular. El secundario, la posible pérdida de hegemonía en competición internacional.

Una de las esperanzas deportivas nacionales, Theo Walcott, aún está gestándose, y aún no cuenta con demasiados minutos en el once de Wenger. Con Walcott sensiblemente tocado, las posibilidades de que un inglés juegue con el Arsenal en el Sánchez Pizjuán se reducen a Justin Hoyte, un desconocido fuera de Inglaterra.

Un fracaso en Sevilla podría dejar en el aire un sentir colectivo de capitulación, como si hubieran perdido la última colonia deportiva que les quedaba. El Arsenal, el equipo de moda en Europa, lo sería menos por culpa del Sevilla. Una paradoja que, para dolor de los ingleses, vendría a demostrar que el producto nacional no está de moda. O lo está para llenar portadas deportivas que invitan a la depresión al aficionado nacional y para ilustrar artículos en prestigiosas revistas que dejan la bandera de San Jorge por los suelos.

Entonces, ¿quién sabe?, la prensa inglesa se deleitaría de nuevo con su deporte favorito, esa flagelación nacional a la que se refiere The Observer/i>: "La derrota es esencial a los ingleses, como si se hubiera vuelto parte de nuestros genes. Asumimos el fracaso. Estamos acostumbrados a él. No importa el nivel de expectación, en lo más profundo esperamos perder. Como todos los que ansían el triunfo, estamos resignados a la derrota. Por eso nos volvemos locos con la victoria".

La ironía, a la que no son ajenos los propios medios ingleses, o el azar, ha querido que Inglaterra se empareje con Croacia en la fase de clasificación para el próximo Mundial. El morbo está servido. Y el deporte nacional, que es en parte negocio, ya tiene su nuevo capítulo en ciernes.