Higuaín culmina la remontada

Estado de euforia, optimismo, alegría, confianza, buena racha, el Barça tocado, Cannavaro presentando sus premios al público del Bernabéu, el Espanyol con la mente puesta en Glasgow, un inicio prometedor, con saque de esquina y disparo de Van Nistelrooy en apenas minuto y medio. Nada parecía estorbar en el camino hacia tres nuevos puntos, ni siquiera Kameni, que falló estrepitosamente en su primera intervención. Nada más lejos de la realidad.

El asedio blanco era total, dominio absoluto. Los de Capello volaban al son de Guti, con Higuaín y Roberto Carlos atentos y rápidos en sus bandas, Raúl y Van Nistelrooy prestos al desmarque y todo el equipo, en general, muy enchufado. La cosa tenía una pinta estupenda, pero Guti, relajado, disfrutando de su buen momento, pecó de confianza, perdió un balón en el centro del campo y el Espanyol, que a regalos no se iba a negar, montó una contra fulgurante entre Jónatas y Rufete que Pandiani remachó a gol.

La jugada, inesperada visto el devenir del juego, enfrió al Real Madrid y descubrió una enorme vía de agua en la banda izquierda de los de Capello, la de Roberto Carlos, y también, una seria dificultad para sacar el balón jugado desde atrás cuando los catalanes presionaban cerca del área de Casillas. Así, en un nuevo contragolpe del Espanyol, Rufete entró sin oposición por la banda del brasileño, lejos de posiciones defensivas, y colgó una rosca preciosa que Pandiani remató con mucha intención cerca del segundo palo.

Ver para creer. Y eso que el Espanyol venía con muchas ausencias. El caso es que los de Valverde se movían con gran soltura y el Madrid, perplejo ante los acontecimientos, intentaba poner en orden las ideas. Logró recortar distancias el cuadro de Capello con una jugada entre Raúl y Roberto Carlos que finiquitó Van Nistelrooy con su solvencia habitual. Sin embargo, en otro lance en el que la defensa del Real Madrid estuvo otra vez blandísima, Moha encontró un hueco para entregársela a Pandiani y el "rifle" consumó su "hat-trick".

Había pasado media hora, se habían marcado cuatro goles y el Espanyol era el equipo que más estaba creciendo sobre el campo, Costa y Jónatas dominaban el centro del campo, hasta el punto de nublar a Guti, Moha y Rufete estaban amargando a Cicinho y Roberto Carlos, que rápido desistieron de incorporaciones y ajustaron mejor sus marcas, y Pandiani parecía estar viviendo su gran noche.

Higuaín, decisivo

Guti e Cicinho se quedaron en la caseta pagando los platos rotos, salieron Helguera y Reyes. Y el sevillano la tuvo en sus botas muy pronto, pero envió su disparo fuera. La jugada del extremo sevillano apuntaba una nueva actitud, una aproximación diferente al partido, aunque los cambios de Capello resultaran complicados de entender. El caso es que una internada de Roberto Carlos, quizá con ganas de enmendar sus errores de la primera mitad, llevó el balón hasta el borde del área de Kameni, donde tocó de espuela Van Nistelrooy y Raúl, listo, remató a gol.

Apretó los dientes el Real Madrid, echó mano de la garra, del fútbol directo y de su excelente condición física. El Espanyol se arrugó, no querían sus jugadores perderse por lesión o golpe la final de la UEFA, y los blancos terminaron por domar el partido. Más, cuando en una jugada trompicada en la que Kameni acabó tropezando con un defensa, Reyes aprovechó un balón suelto para empujar fácil hacia portería. 3-3

La remontada parecía cercana, inminente, y Valverde comenzó a mover piezas con mucho sentido. Primero entró Luis García por Pandiani, que la final de la UEFA en Glasgow importa, y el recién salido dejó muy pronto muestras de su calidad. También, Coro por Rufete. Valverde estaba consiguiendo mover a sus hombres sin perder posibilidades en el partido y sin descuidar la gran cita del próximo miércoles. Gran estratega el técnico vasco.

Se estaban viviendo minutos cruciales para el futuro del equipo blanco; una derrota les alejaría casi de manera definitiva de la Liga y de poco servía el empate. Así las cosas, el juego entró en una fase muy insulsa, bien porque el Español dejó de arriesgar, Valverde también puso en juego a Jarque, bien porque en el Madrid, sin Guti, escaseaban las ideas. Eran momentos decisivos y la tensión crecía a medida que pasaban los minutos.

En el Madrid, crecía el cansancio, se producían más errores, y el Espanyol, como en la primera mitad, no iba a dejar pasar los regalos; Casillas tuvo una milagrosa intervención en un mano a mano con Luis García que apunto estuvo de amargar definitivamente la noche al público del Bernabéu.

Pero apareció Higuaín, Gonzalo Higuaín, que robó un balón en la banda derecha, hizo la pared con Reyes y a la vuelta del balón a sus pies marcó el gol más importante de su corta carrera en el Real Madrid. Un gol, que quizá valga una Liga.

Real Madrid 4 - Espanyol 3