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TENIS | MASTERS SERIES DE MONTECARLO

La precisión suiza arrolla a Ferrer

El suizo Roger Federer finiquita la presencia del español en Montecarlo en menos de una hora (6-4, 6-0)

Una huracán de fuerza y elegancia ha pasado por la pista central monaguesca. Roger Federer, número uno del tenis mundial, ha saltado a la arena como siempre, con su aire tranquilo, descuidado, como si no importara la hazaña que David Ferrer logró ayer frente al verdugo de Nadal en Miami, el serbio Novak Djokovic.

No le importaba. De hecho, el suizo ha jugado con su táctica habitual: dando al rival cuatro o cinco juegos de tregua, para que se confíe, para que el partido no se convierta en un paseo fugaz. Mientras esto sucede, Federer estudia, plantea jugadas, tantea a su rival y calienta como los motores diésel. Ésa es la perdición. Porque cuando Federer toma la temperatura óptima, el acelerador ya no se suelta, y el partido se convierte en una pesadilla para el rival.

Al otro lado, Ferrer ha entrado con miedo reverencial, con el recuerdo del duelo del pasado año aún latente en su memoria. Desde la cita en Viena, en 2003, el alicantino se ha cruzado con el número uno en cinco ocasiones (con ésta, seis); también en Mónaco, y en esta misma ronda, y de todas ellas Ferrer lo máximo que ha conseguido ha sido forzar un tie break, pero nunca hacerse con un set. Obvio que los nervios hayan podido con él en los primeros compases del partido.

Roger Federer ha dado rienda suelta a su brazo desde el principio: primero rompiendo el servicio a su rival y después ganando el suyo con facilidad en apenas unos minutos. El español, ante tal despliegue de intensidad, ha soltado el brazo, y sólo cuando se ha dado cuenta de que Federer es de carne y hueso, y que se le puede hacer daño con buenos golpes, ha conseguido empatar.

El partido parecía tener otro color. O colores. El rojo y amarillo de España llegó a relucir en la pista de Montecarlo. Ferrer se ponía por delante mirando a la cara al de Basilea, golpeando con rabia la pelota. Pero la alegría duró poco; si el alicantino pegó fuerte, Federer, que ya había advertido que podía escaparse la primera manga, lo hizo aún más, con más precisión. Y a veces la tierra batida parecía hierba con tanta velocidad de peloteo.

Demostración de número uno

Con el 4-3 para Ferrer llegó el cambio de campo. Todo parecía estar en equilibrio, un juego neutral, de gran belleza, pero en la banca de Federer sonó la alarma. Comenzó la prisa, y llegó el huracán. Desde ese momento, el alicantino ha sabido que, mientras él jugaba a pleno rendimiento, el suizo reservaba sorpresas. Que da tregua, hasta que deja de darla. Así concluyó el primer set. 6-4.

Federer volvió a ser el del inicio, con precisión suiza a la hora de golpear, gentileza en el movimiento y la efectividad frecuente en el resultado. La segunda manga ha sido un monólogo que no entendía Ferrer, enfrascado en la ardua tarea de aguantar los obuses suizos de un lado a otro de la pista. Ya no había tregua, y en 21 minutos, Federer dejó un 6-0 tan contundente en el casillero como en la moral del español. 70% de efectividad al servicio, lo mismo que con el resto.

Federer no da opciones a David Ferrer
Federer no da opciones a David FerrerAP

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