El Madrid vuelve a Charleroi en busca del título ULEB

Un trienio después de perder el título contra el Hapoel Jerusalén israelí en un anoche aciaga capitalizada por el base estadounidense Willie Solomon, el Real Madrid lanza su segundo asalto a la Copa ULEB, la única competición continental ausente de las vitrinas blancas, con un solo superviviente de la final de 2004 y frente al Lietuvos Rytas lituano.

Alex Mumbrú encarna al equipo que, al mando del argentino Julio Lamas, cayó a los pies del Hapoel (83-72) en la campaña 2003-04. De aquella etapa sólo permanecen el alero catalán y, desde los despachos, Alberto Herreros, director deportivo de la sección. Los prolegómenos del choque, sin embargo, guardan bastante parecido con los de entonces.

A saber, el Real Madrid parte nuevamente como favorito. Con más o menos argumentos es así. Aunque sólo fuera por historial, los madridistas encabezan todos los pronósticos. Pero es que, además, el Lietuvos Rytas, estadística en mano, está por debajo de los hombres de Joan Plaza prácticamente en todos los parámetros del juego.

Y ahí reside la mayor trampa de cualquier final, la misma trampa que hace tres años engulló a los blancos contra el Hapoel. Aquella lección debería servir a este Real Madrid para no cometer el mismo error. El Lietuvos acaba de irrumpir en el concierto europeo –hace diez años que dio el relevo al histórico Statyba Vilnius-, pero con mucha fuerza y con bastante éxito, así que no conviene creer que va a conformarse con el papel de víctima.

El Hapoel no había ganado nunca un título europeo y se llevó la final contra los blancos. Previamente, en cuartos, había apeado del torneo, precisamente, al Lietuvos, cuyo palmarés mejora al de los hebreos y ya registra un título de la ULEB (el conquistado 2004-05 frente al Makedonikos griego -78/74- en la temporada 2004-05), otro de la Liga Lituana, otro de la Liga del Norte de Europa (NEBL) y algún subcampeonato, lo que habla bien a las claras de la fugaz progresión de este club en una década de vida.

La formación que ahora dirige el serbio Alexander Trifunovic también ha pasado por la Euroliga, donde consiguió clasificarse entre los dieciséis mejores escuadras del continente. Algo tendrán los bálticos cuando consiguen tan satisfactorios resultados y, sobre todo, cuando han aportado jugadores de la calidad de Robertas Javtokas, Arvidas Macijauskas o Sarunas Jasikevicius al panorama de la canasta internacional.

El Madrid, por lo tanto, no se juega sólo un título europeo, sino que puede asegurarse uno de los objetivos estratégicos de la sección, que podría dejar solucionada la presencia en la máxima competición continental de la próxima campaña y afrontar la fase decisiva de la Liga ACB liberado de una enorme presión.

Los números dicen que los blancos pueden cumplir la misión. Los hombres de Joan Plaza, uno de los técnicos que contribuyeron a formar a Raúl López y Alex Mumbrú en categorías inferiores, han anotado más que los del Lietuvos a lo largo de la competición (1289 puntos por 1248) y dominan en varios apartados más.

Los lituanos sólo aventajan al Madrid dentro de la parcela del lanzamiento en los tiros de dos puntos, donde firman un porcentaje de acierto ligeramente superior (55 por ciento ante 53 por ciento). En tiros libres (72 sobre 71 por ciento) y en triples (38 sobre 33 por ciento), el Madrid ha conseguido mejores cifras que el cuadro de Trifunovic, aupado a la jefatura del banquillo mediada la temporada en sustitución del esloveno Zmago Sagadin, con quien trabajaba como entrenador ayudante.

El Madrid ha ido de menos a más en la Copa ULEB y ahora dispone de una ocasión de oro para romper diez años de sequía en el frente internacional (el último título europeo corresponde a la Copa Saporta de 1997), sacar billete de primera para la próxima Euroliga y, por añadidura, sacarse la espina de la derrota contra el Barcelona en la pasada final de la Copa del Rey.