Sigue en la pelea
El Real Madrid, con muchas dificultades, se mantiene a cinco puntos del Barça y sigue en la pelea por el título
El Celta mereció más, pero la gran actuación de Iker Casillas y el oportunismo de Robinho inclinaron la balanza
Obligado a ganar para no perder el tren de la Liga, Capello apostó por los once futbolistas que tan grata impresión dejaron en el Camp Nou frente al Barcelona. Y comenzó dominando el Madrid, empujando al Celta, obligando a los gallegos a recular y a manejar el balón en zonas de riesgo. Tanto que, al minuto, Raúl dispuso de una clarísima ocasión que detuvo Pinto. Hasta las gaviotas que sobrevolaban Balaídos parecían sorprendidas ante el vigoroso arranque de los visitantes.
No tardó el Celta en tomarle el pulso al partido, en salir de su cubil, sobre todo, gracias a la labor de Iriney y Borja Oubiña, los dos pivotes celestes, que también querían disfrutar y distribuir la bola, hasta ese momento, en poder de los de Capello. Y no sólo consiguieron aplacar los ánimos blancos, también lograron acercarse con peligro; Casillas sumó su primera buena intervención en un disparo cercano del incombustible Gustavo López.
Con el partido abierto e igualado, el Madrid cobró ventaja al borde de la media hora tras convertir Van Nistelrooy un penalti que cometió Pinto sobre el delantero holandés. De vuelta al área del Madrid, Casillas realizaba otra parada de mérito a un disparo de Bamogo y Ángel se dejaba caer en una mala actuación que castigó Pérez Burrull con tarjeta amarilla. Si, el Madrid caminaba por delante, pero el partido no tenía dueño.
Los blancos tuvieron una buena ocasión tras un error defensivo de la zaga gallega, pero Van Nistelrooy envió al palo. Y el Celta, que no le perdía la cara al partido, avisó con un disparo de Contreras que, sólo ante Casillas en el área pequeña, envió el balón cerca de donde volaban las gaviotas. El que no desaprovechó la oportunidad fue Ángel, que definió con calidad ante Casillas al recoger un monumental taconazo de Nené. Iguales en juego. Iguales en goles.
El Madrid, torpe, incapaz de hilvanar jugadas de ataque; el Celta, ambicioso, en busca de la victoria
El Celta, con Nené pinchando entre líneas y Bamogo y Baiano muy activos en punta, regresó del vestuario con ganas de buscarles las cosquillas a los chicos de Capello, que estaban tardando demasiado en regresar del descanso, como si todavía estuvieran en la caseta tomando un refrigerio. Sólo Sergio Ramos, concentrado, atento y seguro, parecía estar dentro del partido.
Guti, un futbolista que ilumina el camino cuando tiene el balón en los pies, no estaba entrando en juego con el protagonismo que necesitaba su equipo, y Gago, a pesar de las buenas maneras, tampoco andaba demasiado inspirado. Así, el Madrid, aunque se mantenía bien cosido atrás, no generaba ni fútbol ni ocasiones. Mientras, los de Vázquez no dudaban en exhibir su buen juego de ataque; Casillas, una vez más, dibujó una excepcional palomita a disparo de Baiano, un delantero de verdadera calidad.
La victoria, o el gol, estaba más cerca del Celta. Oubiña e Iriney se movían con soltura y Gustavo López, Ángel y Nené llegaban hasta la línea de fondo con cierta comodidad. En el Madrid competían por ver qué jugador perdía más balones, faceta en la que destacaba por encima del resto Diarra. Premio para el de Mali. Robinho salió por Raúl, a ver si se podía mejorar en ataque. Y Emerson por Gago. No se sabe muy bien para qué.
Sólo la buena defensa del Real Madrid, una zaga formada por cuatro internacionales españoles (Torres sub.-21), estaba manteniendo a flote la nave. Helguera, Ramos, Salgado, Torres y, Casillas, otro producto nacional, un guardameta sin par que sacó balones imposibles durante toda la parte.
No había sido capaz el Celta de rematar a su rival y la experiencia dice que si no eres capaz de acabar con el Madrid cuando dispones de buenas oportunidades para ello, los blancos, que no van a perdonar, van a terminar llevándose el partido. Y así fue; en un ataque de los blancos, en un balón desde la derecha sin apenas peligro, Pinto falló de manera increíble y Robinho, que pasaba por allí, empujó a gol sin oposición.
Guti, en una de sus incomprensibles y tristemente habituales salidas de tono, no terminó el partido al ver la segunda tarjeta amarilla. El final, con el Celta apurando hasta el último segundo, casi acaba con Ramón Calderón, en el palco. Pero los puntos cayeron en la maleta de los blancos, que regresan a Madrid con las esperanzas intactas.
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