El Barça recupera la autoestima
El equipo azulgrana se ensaña con un débil Athletic, Eto'o marca y Ronaldinho ofrece un recital
Se dice que el fútbol es un estado de ánimo. Un peligroso careo con el todo y la nada en el que un día se acaricia la gloria y al otro el infierno. En este sentido, el partido frente al Athletic supone el mejor de los bálsamos para un Barcelona herido, en permanente guerra consigo mismo y magullado por la exhibición táctica del Liverpool en el Camp Nou. Tras el varapalo que supuso la derrota ante los ingleses, el conjunto azulgrana recupera algo de aliento a costa del indemne equipo vizcaíno.
Al margen de esto, la victoria frente al Athletic sirve para que el Barcelona recupere la autoestima. Volvió Eto’o, y volvió el gol. E incluso Ronaldinho, en su versión más light, ofreció algunos destellos que invitan al optimismo. El rugir regresó a la grada, que se olvidó del desencanto europeo y se aferra más que nunca a la magia de sus titanes. Pero lo dicho, la vuelta del camerunés suministró nuevas sensaciones, nuevos bríos que se tradujeron en el juego alegre de su equipo. El estatismo y la previsibilidad dieron paso al juego por las bandas y la pegada en los últimos metros. Cierto es que las dudas no desaparecieron hasta el instante en el que un desafortunado despeje de Amorebieta concedió el primer gol al Barcelona. Un duro castigo para un Athletic que se había plantado sobre el césped barcelonés dispuesto a todo.
El imprevisto gol dio alas al once catalán, en el que Ronaldinho fue adquiriendo protagonismo. El brasileño, enrabietado por las noticias que apuntan a un cierto sobrepeso, tiró de repertorio para acallar las críticas. Gracias a un gran pase suyo, Gio pudo ampliar la renta azulgrana, pero su tiro salió desviado. Poco después, el Gaucho se destapó con un par de bicicletas y varios pases mirando al tendido. Pero sobre todo, su conexión con Eto’ comenzó a hacerse patente. El camerunés presionó, ofreció mucha movilidad en ataque y jugó para su equipo.
Precisamente, de una asistencia suya nació el segundo tanto del Barça, logrado por Xavi gracias a un magistral remate en semibolea. Pero para entender el juego del africano existe un concepto clave: el gol. Antes de aterrizar en el descanso, Ronaldinho sirvió un excelente pase entre líneas al delantero camerunés. Cinco meses después de su lesión, Eto’o se encontraba en un suculento mano a mano con Aranzubía que le permitiría saciar su ansia goleadora. Con frialdad, con clase, el ‘9’ azulgrana batió al portero visitante mediante un medido disparo con la izquierda y los aplausos regresaban al Camp Nou.
Momento de reconciliaciones
En la reanudación, el partido ganó en intensidad. El Barça incrementó el ritmo de juego al compás de Ronaldinho y el Athletic se convirtió en un mero testigo de excepción. El balón circulaba con velocidad por los pies de los jugadores azulgranas. En este territorio, Iniesta mostró su excelso dominio y a punto estuvo ampliar el marcador, pero el poste primero y su imprecisión de cara a portería después lo impidieron. Acto seguido, el partido dio paso a uno de los momentos de la noche. Rijkaard introdujo a Messi y sentó a Eto’o, cálidamente ovacionado por la grada.
El indulto de la grada al camerunés cerró un gris episodio y abrió uno nuevo en el que Ronaldinho despejó algunas dudas. El brasileño se gustó. A diferencia de los últimos partidos, buscó el uno contra uno, el pase imposible y recuperó las arrancadas. Tan sólo faltó el gol. Un ligero toque de Aranzubía evitó que llegara a buen puerto una jugada de fantasía en la que Dinho dejó a atrás a cuantos rivales se le presentaban. Después falló dos claras ocasiones en la que el guardameta rojiblanco mostró sus buenas dotes. No importaba. El astro volvía a dibujar una sonrisa en su rostro, signo inequívoco del triunfo de su equipo. Una sonrisa acompañada del lucimiento de sus pectorales. ¿Michelines? Sí es así, quién los tuviera... .
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.