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Crónica:Fútbol | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Regalo de Casillas, desastre del Madrid

Un error del portero permite a la Real igualar el gol de Ronaldo ante un rival que volvió a carecer de espíritu

El Madrid continúa su aburrida defensa del segundo puesto. No es un desafío excitante. Juega sin energía, ni orden. Cumple el trámite sin ninguna pasión. Nada le mueve al entusiasmo por la segunda posición, un fracaso después de tres temporadas decepcionantes. Es un equipo que tiene su atención en otra parte. En algunos casos, en el próximo Mundial. Otros afrontan un futuro incierto. Alguno medita la retirada. Se suceden los partidos con una rutina casi desesperante para el público y los futbolistas, que actúan con un aire administrativo. Eso puede significar una victoria si Ronaldo caza un remate y resuelve el encuentro. Pero el Madrid también se invita a la derrota. Concedió tantos remates a la Real Sociedad que Casillas se cansó. Había sido el único enchufado del Madrid, con una buena serie de acciones, pero finalmente fue víctima de las mismas distracciones que los demás. Palmeó un inocuo centro y entregó la pelota a Mark Gonzalez, que marcó el gol del empate con tanta alegría como incredulidad.

Casillas casi siempre responde en las peores tardes del Madrid, cuando el equipo es una ruina y los rivales le llegan por todos los lados. Hay porteros que rezan porque no les rematen. Gritan, gesticulan, se enfadan cuando tienen su trabajo, el de portero. Pretenden ganarse el sueldo como espectadores. Casillas pertenece a otra categoría, la de los guardametas con ganas de lucirse. Cuanto peor se pone el partido, mejor funciona Casillas. Es en las tardes de poco trabajo cuando Casillas comete más errores, cuando la inactividad le enfría. Resultó raro su error en un partido que le había exigido varias estiradas.

La Real remató mucho, jugó con intensidad y cometió las habituales equivocaciones defensivas. Ha anotado los suficientes goles para mantenerse con comodidad en Primera División y ha jugado razonablemente bien, mejor de lo que se puede esperar en un equipo que perdió muy pronto a Kovacevic y que se ha encontrado con una versión muy disminuida de Nihat. Entre el enredo de las negociaciones con el CSKA de Moscú y sus dificultades para superar las secuelas de su grave lesión, Nihat no ha marcado diferencias en los partidos. Sin embargo, y por raro que parezca, la ineficacia de la Real no ha estado en el ataque. Le ha hundido la defensa. O los defensas, porque se trata de un problema de calidad, de recursos para medirse con los delanteros, con cualquier delantero, los buenos y los malos. La Real, sin duda, es un equipo de Primera División lastimado por una defensa de Segunda.

Tras un error defensivo marcó Ronaldo. Nadie le miró, nadie se ocupó de él, nadie le tapó la posibilidad del remate. Se giró, enganchó un buen derechazo y gol. Ronaldo no suele anotar este tipo de goles. Prefiere una carrera larga y superar al portero en el mano a mano. Para eso necesita algún pasador, alguien que le ponga en acción. El único es Guti, que juega en la Siberia defensiva, a 70 metros de la portería rival. Así que Ronaldo luce poco y tiene que ganarse las alubias en condiciones precarias. Pero el hombre es todavía la única gran garantía de gol. Raúl volvió a la titularidad y terminó inédito: ningún gol, ningún remate.

El Madrid se dio por ganador antes de tiempo. Le sostenía Casillas y la falta de puntería de la Real, que no podía ocultar su angustia. Se encuentra en una posición tan delicada que cada partido es un enorme sacrificio. El único que jugó con descaro fue Mark González. Zurdo, rápido, picante en sus internadas, Mark González mantuvo un buen duelo con Cicinho. A su alrededor, la Real se movió con más voluntad que clase, con más tensión que claridad. Apenas unos apuntes de Prieto en la derecha y el empuje de Mikel Alonso para resistirse a la derrota. Skoubo, que debutó en la Liga con una actuación deslumbrante frente al Athletic, pasó inadvertido. Nunca se impuso a los centrales del Madrid.

A falta de puntería, la Real se encontró con el regalo de Casillas. El empate no produjo otro efecto que el nerviosismo en el equipo, que valora cada punto como un tesoro. La Real sufrió un ataque de pánico, pero el Madrid no lo aprovechó. No tenía a Ronaldo para salvar el resultado. Se retiró lesionado y dejó el puesto a Cassano, que no había previsto participar en el encuentro. Pareció tan despistado como abandonado físicamente. El encuentro se dirigió sin remedio hacia el empate, sin otra novedad que un final agitado, con bronca, algunas patadas, la expulsión de Guti y la misma sensación que deja el Madrid desde hace años: un equipo descorazonado.

Iker Casillas, cabizbajo tras recibir el gol de la Real Sociedad.
Iker Casillas, cabizbajo tras recibir el gol de la Real Sociedad.REUTERS

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