Osasuna le agua la fiesta al Espanyol
El equipo de Aguirre, con un espléndido Milosevic, desarbola al flamante finalista de Copa
Montjuïc estaba preparado para celebrar por todo lo alto la clasificación del Espanyol para la final de la Copa. Osasuna estropeó la velada y justificó la enjundia del juego que le permite estar en los puestos de cabeza de la Liga. Milosevic, gracias a su habilidad para buscar la espalda a su marcador y a su capacidad para convertir en asistencia o gol cada uno de sus toques de balón dentro del área, le aguó la fiesta al Espanyol. Para más inri, el equipo blanquiazul continuó jugando con tres centrales, lo cual hizo más duro el escarnio porque Milosevic los burló como si tal cosa.
El hecho mismo de que juegue con tres centrales en casa retrata la fragilidad psicológica con la que se despliega el Espanyol. No se fía Lotina. Tantas veces ha fallado su defensa, entre las más goleadas del campeonato, que considera preferible abrocharla cuanto más mejor. Pero el equipo, incluso más en casa, donde suma ya las mismas derrotas que fuera, tiende a entregarle la manija del juego al rival. Así sucedió ante Osasuna. El equipo de Aguirre se adueñó del centro del campo, donde Puñal y Muñoz jugaron con más continuidad que De la Peña y Fredson y donde David López se hartó de hilar por la banda derecha.
No importó que el Espanyol se adelantara en el marcador en una acción marca de la casa, una falta botada por De la Peña desde la línea de medios que remató Tamudo ante la indecisión de Puñal y Elía, el portero que suplió al sancionado Ricardo. Osasuna trenzó el juego con tal autoridad que llegó varias veces hasta la misma cocina. Los medios, los defensas y hasta Gorka Iraizoz fueron rebasados a base de regates que dejaron a David López, a Webó y a Milosevic con la única tarea de empujar el balón a puerta vacía. Con el 1-3, Lotina se decidió a afilar el perfil de su equipo. Echó mano de todos los atacantes que tenía en el banquillo, Pandiani, Juanfran y Coro, reconvirtió la defensa de cinco en un cuarteto y recurrió al doble pivote con Fredson e Ito, mientras que De la Peña pasó a ejercer de carrilero por la izquierda. Un cañonazo de Luis García le permitió entrever la reacción al Espanyol. Pero Osasuna no se arrugó, exhibió más que nunca la fortaleza física que le caracteriza, a veces excesiva y a veces con tendencia a degenerar en una camorra. Tan envalentonado como desubicado el Espanyol, Osasuna no perdonó y cerró la discusión con otro estupendo gol desde fuera del área de Muñoz.
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