El Celta rompe la maldición de El Sardinero
La historia, a veces, se rompe en el momento más inesperado. El Racing, en un buen momento de juego y resultados, se encontraba con el Celta, equipo que jamás había logrado la victoria en El Sardinero. Y hoy, después de 21 enfrentamientos, por fin la consiguieron. Lo hicieron a la gallega: un sí pero no constante hasta que en el último minuto Perera, un jugador de banquillo, se aprovechó de un estupendo pase entre líneas de Cannobio.
Hasta ese momento, los de Vázquez lo habían pasado mal, especialmente durante la primera mitad, aunque sin llegar a sufrimientos agónicos. Los racinguistas supieron llegar arriba gracias a la presencia de Pinilla y a un buen trabajo de Antoñito desde la mediapunta. En los cinco primeros minutos, la dupla, especialmente el chileno, probaron hasta en tres ocasiones a Pinto, que realizó un par de buenas intervenciones.
Eran momentos de verdadera tensión, con el Racing presionando en todo el campo, el Celta sudando tinta y fútbol rápido y trepidante, aunque sin gol. Es decir, sin alma. Incluso, cuando llegó la esencia pura, Iturralde González se encargó de borrarla. Antoñito controló un pase largo, lo bajó entre el pecho y el hombro pero el colegiado vio mano. Y el gol no subió al marcador.
Esta jugada sirvió para refrenar un poco los ímpetus de ambos planteles. Las oportunidades llegaban con cuentagotas y a balón parado. Cannobio y Jonatan Valle pusieron el punto de tensión con dos faltas, la segunda remachada por Neru en boca de gol y salvada por Pinto. Sin embargo, de poco servía. Silva, por parte del Celta, sumaba la calidad mientras que Damiá y el propio Valle buscaban el juego por las bandas, aunque sus centros resultaron poco aprovechables para Pinilla.
El Celta se valió de su inteligencia para ir minando a los de Manolo Preciado. Estos ya no llegaban con tanta furia y el dominio lo ejercía ya exclusivamente de forma posicional. Los gallegos se estiraban con pereza, pero con contumacia. Poco a poco, casi disimuladamente y haciendo entrar en juego a Guerrero, los de Vázquez se vieron capaces de sacar más réditos que un simple empate. Además, Preciado decidió cambiar de ataque y sustituyó a Pinilla y Jonatan Valle. Los últimos minutos quitaron la razón al técnico astillerense. Desde las sustituciones, sólo Serrano, con un centro chut blando y Antoñito, con un cabezazo en semifallo, hicieron trabajar a Pinto. El empate parecía una condena para ambos. Pero llegó Cannobio, se tomó dos segundos al borde del área, miró, volvió a mirar y raseó un centro geométrico que Perera, tras cambiárselo de pierna, sólo tuvo que cruzar a media altura.
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