Acto de valentía del Espanyol en Anoeta
El equipo de Lotina se sobrepone a la expulsión de Jarque y gana con un golazo de Tamudo
Que el Espanyol quería ganar se notó especialmente tras el descanso. Tres minutos antes de irse a los vestuarios, tras un partido insulso, sufrió la absurda expulsión de Jarque (tanta culpa del árbitro como del jugador) lo que auguraba, en la reanudación, la táctica del murciélago.
Para la Real, la jugada le anticipaba una tarde plácida, tanto que Amorrortu inmediatamente mandó calentar a su gigante danés Skoubo (su último fichaje) en previsión de un ataque tan incesante como agobiante.
Pero el Espanyol aguantó el reto del colegiado, que quizás quiso dar ambiente a un encuentro mortecino. En la primera mitad no había pasado nada. Nada de nada, hasta el punto de que Iván de la Peña había dado más pases a su portero, Iraizoz, que a su delantero, Tamudo. Eso sí, los que dió silenciaron Anoeta.
La Real era un manojo de nervios. Debutaba Stevanovic como titular en la media punta y trabajo no se le puede negar pero su capacidad para liderar el ataque del equipo estaba más que en entredicho. Un partido no basta pero su aspecto no es el de un líder sino el de un trabajador incansable. Otra cuestión es el delantero danés Skoubo, un larguirucho de 1.93m que tuvo dos acciones de las que delantan a un killer. Primero recibió un pase largo, controló, se giró y disparó rozando el larguero; después cabeceó con poderío a la escuadra.
La Real no hizo más, pero el Espanyol no hizo menos. Cuando no pasaba nada, en la primera mitad, obligó a Mikel Alonso a sacar un gol desde la línea y a Riesgo a aguantar un mano a mano con Luis García. Luego llegó la expulsión de Jarque, rigurosa, muy rigurosa, y la osadía del Espanyol que recién salido de vestuarios invadió el área de la Real gracias la movilidad de Tamudo, la inteligencia del brasileño Costa y la técnica de De la Peña.
A la Real le tiembla aún el pulso. No encuentra quien mande en el campo. Tanto fue así que Amorrortu decidió sacrificar a Stevanovic, muy gris, para jugarse la baza de Skoubo en previsión de un ataque masivo que no se produjo. El danés remató al larguero y Luis García le respondió con misma moneda. La inferioridad numérica era una anécdota en Anoeta, tanto que Lotina ni siquiera movió inicialmente el banquillo para recomponer su defensa. Echó para atrás a Zabaleta y llevó al centro a Moisés. Con eso le bastó.
Cuando el partido languidecía, cuando parecía que el Espanyol decidiría defender (aunque Lotina dió entrada a Pandiani), cuando se suponía que la Real agotaría sus balas, llegó Tamudo, muy intermitente en el encuentro y se enfrentó a tres futbolistas de la Real: corrió, recortó, se giró y se sacó un tiro curvado que superó a Riesgo. Partido acabado.
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