Tamudo responde a los goles del Zaragoza
El Espanyol firma tablas en un partido que pasa del control absoluto a un toma y daca vertiginoso
El Espanyol perdió los complejos cuando parecía condenado a conceder una derrota a manos del Zaragoza y acabó por firmar un empate gracias a los goles de Tamudo. El conjunto blanquillo se relajó tras remontar un partido que ofreció dos estilos de juego, las esencias del fútbol alemán en la primera parte y las del inglés en la segunda.
El encuentro, al inicio, fue esquemático hasta la extenuación, donde los futbolistas, ordenados y cuadriculados, quedan sujetos a las indicaciones del banquillo porque el sistema no admite libertad de movimientos. Un partido en el que primó la repartición racional del campo, sobre todo en las parcelas defensivas.
Lotina y Víctor Muñoz convinieron en tratar al césped como un tablero de ajedrez, donde los galones recaerían en quien trazase la mejor defensa. Casi la totalidad de los futbolistas asumieron el papel de peones. Las florituras, la técnica y la calidad quedaron para las reinas, las piezas que por muy coaccionadas que estén por el sistema táctico, siempre se mueven a su antojo, por la zona que consideran más dañina para el rival. La espontaneidad quedó reservada para De la Peña, que tiene el don de asistir con éxito al hueco, y para Cani y Savio, que nunca se sabe por qué costado saldrán del regate.
Con el primer gol del Espanyol, el encuentro se rompió. Las libretas y las indicaciones de la pizarra dieron paso al caos. El juego fue, entonces, propio de la Liga inglesa: vertical, de transiciones rápidas, de jugadas rocambolescas. Cuatro acabaron en gol, pero pudieron ser el doble. La mediapunta del Espanyol se le suponía a De la Peña. Pero Lotina, con la carta de navegación en el entrecejo, optó por situarlo de mediocentro por detrás de Fredson, futbolista que flaquea en los conceptos tácticos pero que tiene una presencia física indiscutible y que es un recurso muy válido para prolongar esos balones largos de la defensa. Cuando el cántabro adelantaba su posición, suponía una revolución. De sus botas salió uno de esos pases de tiralíneas al alcance de pocos que Tamudo adivinó para revolverse dentro del área y marcar.
Víctor Muñoz prefirió alinear a Generelo en vez de a Movilla como mediocentro. Opción que resta carrocería al equipo pero que aporta un extra de creatividad. Generelo, además, significa llegada desde la segunda línea. Así, desde el centro del campo, salió veloz, encontró a Diego Milito, que se la devolvió a la carrera, y definió con clase. Cani, luego, fue quién encontró a Diego Milito, que adelantó al equipo. De poco sirvió. En el último suspiro, de falta, se repitió la conexión Lo Pelat-Tamudo, que sellaron el empate final.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.