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Crónica:NATACIÓN | Campeonatos del Mundo de Montreal
Crónica
Texto informativo con interpretación

Manaudou se va de vacaciones

Laure Manaudou es una adolescente enigmática y quisquillosa que hace poco cumplió 18 años. Además, es el genio llamado a conquistar las marcas legendarias de Janet Evans y las no tan legendarias que establecieron las nadadoras de la RDA. Ayer se lanzó a la piscina para nadar la serie de 1.500. Vio que su cuerpo no le respondía y salió del agua con una marca horrorosa pero convertida en una chica feliz y contenta. Muy decidida. Hizo algo raro en ella: sonrió. Luego dijo: "Se acabó. No quiero nadar más este mundial. No me he entrenado bien para las pruebas de fondo y este ha sido un año muy duro. Igual corro el relevo. Pero no estoy segura".

En el última año Mamaudou ha ganado un oro (400 metros libres), una plata (800) y un bronce (100 espalda) en los Juegos de Atenas, ha batido el récord de Europa de 400, y el récord de Europa de 1.500 en piscina corta (hizo un tiempo de 15m42s39c, un segundo menos que Petra Schneider). En los Juegos Mediterráneos, en Almería, se llevó el oro en 400 con facilidad. El domingo en la primera jornada del mundial volvió a ganar los 400. Pero lo hizo con dificultad. Por primera vez, se le vio vulnerable.

El domingo Manaudou se clasificó en la última posición que le daba acceso a la final. Al salir de la piscina dio síntomas de agotamiento. Recordó su entrada en el recinto, antes de nadar, con pesadumbre: "Cuando vi a toda esa gente en las gradas, a las nadadoras, me sentí agobiada. Entré en pánico".

Ahí estaba la tremenda japonesa Ai Shibata, que parece un samurái y que posee una de las mejores marcas de todos los tiempos. Y estaba la veterana croata Claudia Poll, entre otros fenómenos, ajustándose las gafas, ciñéndose el bañador de piel de falso-tiburón. La pequeña Manaudou, silenciosa y aparentemente frágil, se sintió sola. En el agua lo pasó peor. Acabó tercera y de casualidad entró en la final. "Al mediodía la he cogido y le he dicho que yo estaba seguro de que ganaría el oro", proclamó su entrenador Phillipe Lucas. "Por la mañana la presión la ha podido. Está muy cansada. Ha sido un año duro, no le gusta el ruido, las demandas, los periodistas...".

En la final Manaudou rompió el agua en primer lugar. Estratégicamente, se trató de una situación complicada. Nadó por la calle ocho, sin referencias. "Le dije que hiciera su carrera, que pensara en su cuerpo, sin mirar a las otras", apuntó Lucas. Y ahí fue Manaudou, como un tiro, y con esa forma de patear el agua tan particular. Aparentemente, se trata de una disfunción porque su frecuencia parece por debajo de lo aceptable. Pica pausadamente. Pero, como dice Claude Fauqué, el director del equipo francés: "Hemos comprobado que a ella eso le rinde. Su patada es lenta pero más profunda. Con cada pique es capaz de imprimir una gran potencia, y con eso basta. Con eso logra dirigir la brazada correctamente y ahí reside la clave: tiene un tren superior poderosísimo. Esta nadadora es capaz de cualquier cosa".

Exacto. Manaudou ganó los 400, sorprendió a toda Francia cuando se quitó la máscara de hielo y lloró con 'La Marsellesa', y, al día siguiente, en la serie de 1.500, nadó los treinta largos en 16m39segundos. A 23 segundos de su mejor tiempo y a diez de la española Erika Villaecija, que consiguió la marca mínima para entrar en la final. Villaecija, carilarga, dijo luego que se había encontrado "rara", "sin cambio de ritmo". Manaudou, sonriente, dijo que se lanzó al agua para darse un remojo. "La verdad", comentó; "es que este año he hecho muy poco volumen de entrenamiento. No estoy para el fondo. Tampoco quiero nadar los 100 espalda. Voy a descansar".

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