Decidirá Anfield Road

El Liverpool de Rafa Benítez, Luis García, y Xabi Alonso, que se perderá la vuelta por ver una segunda amarilla por una falta táctica sobre Gudjohnsen, arrancó un valioso aunque arriesgado empate sin goles de Stamford Bridge. Todo un resultado trampa por lo abierta que queda la eliminatoria. El choque, por obra y gracia del exceso de celo táctico de los entrenadores, se quedó en vibrante e intenso, pero huérfano de goles.

Stamford Bridge se vistió de gala para vivir el primer acto de la fiesta nacional del fútbol inglés, el único que tiene asegurado la presencia de un equipo de la isla en la final de la Liga de Campeones. Y el primer periodo no defraudó. Benítez y sus 'reds' frente a el simpático Mourinho y sus 'blues'. Dos equipos de estilos antagónicos dirigidos por dos 'enfermos' de la estrategia.

El Chelsea buscó su juego directo, con balones en largo, corriendo y empujando al rival. Sin embargo apenas pudo hacer daño en la línea dirigida por el atento Hyypia. Benítez, que adelantó la posición de Gerrard, había alertado a los suyos de que el rival elegido al que dejar espacios con el balón era Makelele. Y el Chelsea se estancó, como tantas veces le pasara al Madrid, perdiendo un balón tras otro por las imprecisas entregas del francés. Sin embargo, la astucia de Cole para buscar la espalda a sus rivales, junto a la directriz de Mourinho de que Lampard fijara la marca de Xabi Alonso, niveló la contienda.

El Liverpool tocaba con relativa comodidad en campo rival pero sin crear claras ocasiones. Y Cech apareció como de costumbre para desbaratar los remates que le llegaron. En el primero paró el chut dentro del área de Riise y en el segundo sacó una mano prodigiosa en vuelo a un cabezazo del solitario Baros.

El bando azul rozó algo más el gol. Cole fue el primero en avisar. Poco más tarde, un centrochut de Drogba se paseó por delante de Gudjohnsen. La historia se repitió con la ocasión de Terry, recientemente nombrado mejor futbolista de Inglaterra. Pero quien falló la imperdonable fue Lampard, que envió el balón alto en plena área pequeña.

El Chelsea salió más entonado tras el paso por los vestuarios. Pleno de empuje y ambición, apoyado en el habilidoso Cole -el mejor de los 'blues'- y la mayor posesión con la entrada de Robben. Pero el dominio rara vez se tradujo en ocasiones, lo que afeó en exceso el segundo tiempo. Xabi Alonso acusaba su falta de ritmo y tendía a perder la posición de organizador que tan bien maneja. Y más adelante, Gerrard nunca encontró su sitio ni logró ser determinante.

Hasta la salida de Cissé -Benítez dio descanso a un tocado Baros-, los 'reds' no recuperaron su criterio en la presión. El poderío físico del 'moreno rubio' fue suficiente para incordiar más a Terry y Carvalho. Incluso disparó a portería alto hacia el minuto veintidós. La vuelta a la idea original sirvió para volver a estancar a los de Mourinho, que volvieron a verse abocados al voluntarioso Makelele. Pero la mejora no se prolongó en la creación de juego y el paso de los minutos sucumbió de nuevo a los visitantes ante el empuje estéril del conjunto londinense.