Torres mete al Atlético en semifinales de la Copa del Rey

El jugador franquicia del Atlético de Madrid ha pasado en cuestión de horas de ser probable baja por una faringitis a convertirse en el arma secreta de Cesar Ferrando y el factor determinante para que su equipo derrotara esta noche al Numancia en el Vicente Calderón y se clasificara para las semifinales de la Copa del Rey. Exigua ventaja la del equipo madrileño, que empató a cero en el partido de ida en Soria, y hoy apenas ha sido capaz de meter un gol merced a un penalti inexistente en un partido muy trabado contra el colista de Primera división.

No resta mérito a Torres que el gol lo lograra de penalti, puesto que fue el mismo el derribad en el área por Antonio, que se llevó además una tarjeta amarilla por su acción. De hecho, la única buena noticia desde las filas madrileñas en el primer tiempo se produjo antes del pitido inicial, cuando el nombre de El Niño apareció en la alineación inicial. Y después, el penalti señalado por el árbitro, Carmona Méndez, muy dudoso, puso la guinda.

El Atlético dominó y tuvo el control del balón, pero no supo qué hacer con él. Y cuando lo movió con criterio ya se encargó Salva de malgastar los remates. El más peligroso fue uno que terminó casi por casualidad en el larguero de la portería de Núñez. Casi todo lo demás fue prescindible y lo único que consiguió fue alterar los nervios de los pocos atrevidos que desafiaron al frío y se acercaron al estadio, algunos acompañados de pancartas con el lema "Salvemos el Calderón". El Numancia apenas ofreció orden y trabajo, con lo que compensó su nulo atrevimiento en ataque, pero que le sirvió para irse al vestuario con la eliminatoria abierta.

En el segundo tiempo, el Numancia se dio cuenta de que este Atlético no asusta a nadie, aparcó su timidez y se fue por la victoria. Pignol puso a prueba a Leo Franco con un disparo lejano y potente y el pulso se le alteró al Calderón. Ibagaza despertó y se dio cuenta de que el encuentro debería empezar a ganarlo él. Comenzó a ofrecerse y como el balón le quiere, le obedeció y fue allí donde quiso El Caño. Pero para que lo que hace el argentino tenga algún sentido, sus compañeros deben colaborar. Lo hace Gronkjaer abriendo el campo hacia la izquierda, como en el primer tiempo, o a la derecha, como en el segundo. Pero no lo hace Salva. Un magnífico pase de Ibagaza dejó al delantero solo delante de Núñez, que acertó a despejar con el pie del deficiente disparo de Salva. Otra ocasión que el sevillano malgastaba.

En las botas de Ibagaza se inició la acción que marcó el partido y la eliminatoria. El argentino combinó con Torres y éste se inventó un penalti, con la imprescindible colaboración de Carmona Méndez. Antonio pasó su mano por encima del hombro de Torres, que se dejó caer como si le hubieran fusilado, y a Carmona le faltó tiempo para señalar los once metros. La acción del defensa del Numancia, que se inició fuera del área, no hubiera logrado derribar ni a un niño de dos años. Pero sí a Torres, que transformó el lanzamiento con tranquilidad, engañando a Núñez como antes había hecho con Carmona. El golpe fue demasiado duro para el Numancia, que además vio cómo poco después era expulsado su entrenador, Máximo Hernández, por protestar. Los sorianos sólo se recuperaron en el tiempo añadido, pero ya era demasiado tarde.