El Atlético toma aire ante el Albacete (3-1)

El Atlético de Madrid ha remontado un tempranero gol de Francisco, que casi desde el centro del campo lanzó un tremendo disparo que se coló por encima de la estirada de Leo Franco. Un gol de penalti de Torres permitió a los madrileños empatar, y pocos minutos después Ibagaza y Pablo sentenciaron el encuentro.

El partido contra el Albacete se había presentado como un examen para el Atlético, que cada día parece menos fiable, y especialmente para su entrenador, César Ferrando, renovado hace sólo unos meses. La intranquilidad y la impaciencia han llegado a la grada y a las oficinas del club y el equipo lo sufre y juega con demasiada ansiedad. A este conjunto le sobran muchas urgencias y le falta fútbol. Sólo Ibagaza tiene cualidades para mover al equipo, porque ninguno de los mediocentros, da igual el que juegue, está a la altura de lo que se podría esperar de un organizador en el Atlético. Con la llegada de Gronkjaer ha ganado en profundidad por la banda izquierda y Fernando Torres lo agradece. Ya tiene otro compañero que sabe interpretar sus movimientos y juega a su misma velocidad, todo lo contrario que Salva, cuyos méritos para que Ferrando le haya convertido en titular son un verdadero misterio.

El juego del Atlético no mejoró respecto a jornadas anteriores, pero al menos esta vez el equipo mostró una notable fortaleza mental y no se hundió después de que el Albacete se adelantara en el marcador. Francisco recuperó el balón en su campo y nada más atravesar el centro del campo sacó un disparo fuerte y preciso con el que superó a Leo Franco. Quizá el mejor gol de la Liga hasta ahora. El Atlético miró hacia delante y no hacia atrás, como acostumbra a hacer cuando las cosas le van mal, y se fue a por el partido. Abrumó al Albacete en posesión del balón y por insistencia mereció dar la vuelta al resultado, aunque el origen de la remontada fue un penalti a Colsa que se inventó Puentes Leira. Lo transformó Torres, que se reencontró con el gol después de varias semanas de abstinencia, y el Atlético ganó en confianza con la misma velocidad que se descentró el Alba. Una internada de Gronkjaer la culminó Ibagaza después de aprovechar un fallo del duro Buades y Pablo cabeceó un pase de Luccin para marcar el tercero. El Atlético tenía las mismas carencias en su juego, pero con este resultado las caras de jugadores y aficionados tenían mejor color.

Esta temporada el Atlético nunca encaró una segunda parte con la tranquilidad con la que afrontó ésta. Con dos goles de ventaja la vida se ve de otra forma, pero en el Calderón siempre hay sitio para el sufrimiento y los nervios nunca terminan de irse del todo. Con todo a favor, Ibagaza, situado en el centro, de donde no debería moverse nunca, asumió el mando y conectó una y otra vez con Torres, incapaz de superar a Gaspercic. De los pies del argentino salieron los mejores pases de la noche, pero la falta de gol de este equipo es demasiado grande y sus compañeros se empeñaron en malgastar esos precisos envíos. Para que el Caño sea decisivo, sus compañeros no pueden fallar tanto.

El Albacete, que se había ido hundido en el descanso, terminó por robarle el balón al Atlético y aún tuvo tiempo de hacer trabajar a Leo Franco. Si los jugadores del Atlético se relajaron, quienes no lo consiguieron del todo fueron sus seguidores, que vieron debutar al uruguayo Richard Núñez.