Ranieri acentúa la vía italiana
Un Valencia sin apenas fútbol supera a un Mallorca muy blando en las dos áreas
En tiempos de tinieblas, el Valencia ha apostado por la vía italiana: máxima efectividad, mínimo juego. Bueno, se dice mínimo con un enorme esfuerzo de generosidad. De dos córners sacó el cuadro de Ranieri una victoria que aprovechó, eso sí, la tremenda inocencia del Mallorca, muy blando en las dos áreas. De nada le sirvió al conjunto de Cúper cargar con el peso del encuentro. De nada tener más ocasiones y más fútbol que su adversario. El Valencia sacó petróleo de su fortaleza área y, cómo no, del protagonismo de Sissoko, un gigante en el centro del campo que acabó saliendo en camilla tras una brutal entrada de Farinós, fruto de la desesperación del ex valencianista. Además del resultado, Mestalla celebró el regreso de Fabio Aurelio, el finísimo zurdo brasileño, después de casi de dos años torturado por las lesiones. Y sólo al final, con el choque decidido, Ranieri dio paso a Aimar y a Fabio para que el público saboreara levemente el partido, que había sido un peñazo hasta ese momento.
Porque antes, el técnico italiano jugó a ser Picasso y pintó un equipo desconcertante en la alineación: tres centrales atrás, Carboni como interior izquierdo en el centro del campo, Xisco como extremo derecho, Fiore no se sabe dónde Todo muy extraño y confuso, aumentando la indefinición que viene acompañando al Valencia desde hace semanas. Y denotando un gran miedo de Ranieri a quien fuera su sucesor en el banquillo valencianista hace cinco años, Héctor Cúper. El campeón de la Liga y de la Copa de la UEFA estuvo a expensas del penúltimo de la competición. Y la gente, a los 10 minutos, se puso a silbar.
Cúper optó, en cambio, por alinear a cada uno en su sitio. Un 4-4-2 de toda la vida que le permitió jugar como si estuviera en su casa. Y con varios valencianistas (Farinós y Jorge López) ansiosos por reivindicarse. Sobre todo Jorge López, a quien Ranieri descartó el pasado verano alegando que no lo veía de interior derecho, sino como media punta y para ese puesto tenía demasiada gente. No tuvo su día, sin embargo, Jorge López, ni tampoco Farinós, que acabó el encuentro abucheado por la que su propia afición durante su aparición en el fútbol profesional. Su entrada a Sissoko no tiene justificación.
Dio pena ver al Valencia (quién te ha visto y quién te ve), pero un gol de cabeza de Moretti tras un córner de Fiore calmó los ánimos de sus seguidores, que entendieron cuál era la propuesta de su entrenador: la vía italiana. De entre la nada, Mestalla buscó una tabla dónde agarrarse y la encontró en un joven africano de 19 años: Sissoko, cuyo despliegue físico empieza a ser acompañado de una técnica cada vez más decente. Como en esa volea dificilísima, desde más de 20 metros, que rozó el poste derecho de Westerveld. Da la impresión de que el Valencia ha mejorado mucho físicamente desde que el chico entró en la alineación, hace tres jornadas, y es fácil comprender por qué: porque él solo barre toda la línea de medios. Gracias a sus largas y afiladas piernas, depurados instrumentos en la tarea de recuperar el balón.
Ranieri cedió a la lógica en el descanso y, con la entrada de Rufete, situó a cada pieza donde le corresponde. Y no es que fuera para tirar cohetes, pero algo de mejora sí hubo. E incluso alguna llegada en profundidad por la banda, un lujo en este periodo de escasez. Al Mallorca le sobró inocencia en las ocasiones que tuvo para aprovecharse de la crisis de su rival. Luis García, por ejemplo, le robó la cartera a Baraja, pero se diluyó ante Caneira. Y firmó la capitulación del Mallorca, que poco después sufrió otra vez su debilidad aérea: David Navarro cabeceó atrás desde el segundo palo y Baraja sólo hubo de empujar a gol. Entonces sí, con todo a favor, Ranieri empezó a soltar lastre, entraron Aimar y Fabio Aurelio y el público se puso a disfrutar. Del regate de Aimar, del toque de Fabio Aurelio y de la clase de Baraja, que, por fin, encontró alguien con quien combinar.
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